Avinagrado

16 de mayo 2025 - 03:05

Jamás votaría al PP, por si no quiere usted seguir leyendo. Soy un liberal marxista; esto es: no creo en la bondad del ser humano pero tampoco en la del mercado. Me irrita esa crítica sin sentido ni contenido político de Feijóo y su alrededor cuya única función es envenenar el clima. Pienso en ese reciclable Tellado, a quien deberían haber sacado hace mucho para otros ámbitos, quizá la cría de pirañas. El señor presidente está amortizado, a nadie se le oculta. Ha pagado un momento histórico que con perspectiva le hará parecer mejor de lo que ha sido, porque entre catástrofes, el ascenso de los ultrarreaccionarios y un Gobierno no por mayoría de votos sino parlamentaria, Sánchez ha sido el rey del equilibrio. A mí no me gusta su política. No es mi candidato ni votaría a su partido. Ya he dicho al comienzo que no voto a la derecha, pero no entiendo la desvergüenza con que es criticado por políticos que directa o indirectamente han estado implicados en tramas de corrupción que han supuesto la perversión de los partidos, con condenas firmes o incluso en guerras ilegales y hasta terrorismo de Estado...

Ábalos tiene toda la pinta de ser el Roldán de nuestra era. Falta la foto con sus calzones viejunos. Pero una Administración con corruptos es como un hermoso ser humano con su colon enmierdado, va de sí. La cuestión es si este Gobierno es peor que los que hicieron la famosa Transición de dictadores a demócratas de toda la vida y el resto de nuestra corta vida constitucional... Ver el papel del PP, de algunos medios, de algunos jueces, empresarios y agitadores ultras produce una fatiga imponderable. Si el nivel de la política española venía siendo bajito, desde la pandemia bucea por el subsuelo. Una cosa es sacudir badana y otra esa cantinela iterativa de insultos, menosprecios, de intentos como sea de provocar la conclusión: Sánchez ha de irse por el bien de España… de la España que no le ha votado, claro. Porque se nos olvida que Feijóo no gobierna porque su posición no ha resultado atractiva al conjunto de parlamentarios que nos representan. A mí el catalanismo de Junts me estomaga, pero no se pueden deslegitimar continuamente las decisiones legales y democráticas que el Gobierno negocia precisamente por parte de quienes pactan con grupos ultrarreaccionarios y se permiten iniciativas poniendo en duda derechos ya sancionados y adquiridos democráticamente (aborto, eutanasia, negociación colectiva, memoria histórica, derechos de los inmigrantes...).

Creo que no he visto reír nunca a Feijóo, salvo algún rictus forzado, sarcástico o histriónico. Tiene el gesto amargo, avinagrado, con una expresión de repugnancia que me hace preguntarme por qué sigue ahí si no le gusta. ¿Así piensa gobernarme? Parece perdido, incapaz, arrastrado por sus adláteres, pendiente del formulario o el chiste dictado, creo que no le oído un sólo argumento político desde que ejerce el cargo salvo esa seguridad moralista un poco de cura viejo retirado de pasado oscuro con requesón, Ducados y vino. El profeta Mariano supo verlo: “Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”.

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