Tierra de palabras

El astro rey

Es el momento de destruir el muro hecho de ladrillos de prejuicios culturales, raciales, políticos

Ahora que parece que estrenamos el fin del eclipse parcial del rostro que durante tanto tiempo ha oscurecido nuestra sonrisa, sería un buen momento para hablar de la necesaria caída de las múltiples máscaras que a conveniencia hemos ido usando, dejando de ser nosotros mismos para aparentar ser algo que realmente no somos. Oía el otro día en la radio que la desaparición de la mascarilla, con todas sus restricciones, iba a aumentar el cuidado facial, llámese quitarse el bigotillo. Minucias al lado del valor de que mi nieto comience a vislumbrar el rostro completo de los que se cruzan con él y le hacen alguna carantoña; será un gran descubrimiento verlos mover su boca.

Ahora que el solsticio nos anunció una nueva estación es buen momento para detenernos en el rey del verano: el Sol. Astro divino que está para todos nosotros y que es un don para toda la existencia. Después de lo vivido hay una luz nueva que entra. Nosotros, seres misteriosos, que construimos muros para proteger nuestra identidad y que en este año nos ha dado la sensación de que de nada sirvieron, es ahora el momento de podernos iluminar si la luz interior se manifiesta, si ha servido de algo esta experiencia. Es el momento de destruir el muro hecho de ladrillos de prejuicios culturales, raciales, políticos… es el momento de abrirnos con esta nueva luminosidad que llega; levantar solo un pequeño muro, como indica Jodorowsky, suficiente para que te separe del pasado y por el río de la vida esa luz te haga avanzar hacia tu futuro.

En el Tarot de Marsella El Sol, arcano XVIIII, nos mira a los ojos. Es símbolo de vida, de amor, fuente de calor y de luz que da viveza a todas las criaturas. El Sol representa los valores ideales del arquetipo paterno y, como cualquier padre luminoso, su calor está en todo momento disponible.

Cuando El Sol se dirige a ti, y tú te encuentras receptivo para escucharlo, te dirá cosas como estas: "Me renuevo sin parar. Mientras me consumo, voy dando calor a cada brizna de hierba, a cada animal, a cada ser vivo sin excepción: acepto que a eso se llame Amor. Desaparezco y vuelvo cíclicamente. Asimismo, para entrar en mi esplendor espero de los seres humanos que puedan enterrar su pasado y empezar una nueva vida".

Mirarnos como brillantes soles, liberando de oscuridad la respiración y la boca. Como El Sol, volvámonos esplendor radiante de la existencia.

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