Arcos de cielo y cobre

24 de octubre 2025 - 03:05

Cuando Pascual Madoz llegó a Algeciras a través de la Trocha en la primera mitad del XIX se sorprendió de la altiva y pragmática construcción de unos arcos que transportaban agua desde las Minillas del Cobre a la ciudad. Llegó a considerarla como la obra más notable en las afueras de la población. En ello coincidió con numerosos viajeros románticos que se desplazaron hasta ella para contemplar la pétrea altivez de su silueta en un entorno apartado y cercano, plagado de lavanderas y álamos, que también reflejaron pintores e inmortalizaron grabados decimonónicos como los de Van der Burch o Guesdon.

Entonces la construcción era joven. El tramo que atravesaba el río de la Miel, compuesto por cuarenta y tres arcos de veinte metros de altura en su tramo central, mostraba la airosa prestancia que supieron darle Pablo Casaus, Antonio Ruiz y Pablo Díaz en 1783, en los últimos años del muy ilustrado Carlos III. Las arcadas de rosca de ladrillo a sardinel se alzaban sobre esbeltos pilares de piedra que hubo que reforzar con abiertos contrafuertes de vientres curvos. Menos visitado era el tramo que, cerca del Cobre, fue añadido para aliviar la presión del agua que, desde las entrañas del cerro del Rayo, era conducida hasta la Fuentenueva, donde se adentraba de forma subterránea hacia la ciudad refundada.

En 1892, cuando se decidió que la vía del ferrocarril debía atravesar la conducción, se ejecutó un Proyecto de reparación y mejora de las aguas potables de la ciudad reforzando los altos pilares del vano central y se actualizó la distribución del agua mediante seis fuentes: la de san Isidro, el Murillo, la Caridad, la plaza Baja, el Calvario y el paseo de Cristina.

Así se mantuvo hasta que en diciembre de 1958, un fuerte temporal de lluvia y viento del suroeste derribó tres de los arcos centrales que escoltaban la vía del tren. Aquel fue el inicio de su ruina. El colapso derrumbó la ilustrada integridad de su estructura y los contrafuertes dejaron de sostener arcos y pilares. Crecieron construcciones al amparo de las piedras supervivientes y apenas se mantuvo en pie un breve tramo restaurado en 2008.

Incluido en el Catálogo de edificios de notable interés arquitectónico e histórico con grado 2, el acueducto espera su repristinación y reconstrucción completa. La que fuera en tiempos obra muy notable en las afueras de la ciudad, destino de viajeros e inspiración de pintores, hoy apenas es una breve sucesión de arcos de cielo y cobre.

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