E STO es amor, quien lo probó lo sabe", decía el poeta. Y eso es lo que sucedió el pasado viernes en la entrega de los Premios de Artículo Periodístico José Luis Tobalina, porque solo los que allí estuvimos probándolo supimos del amor que, en honor a su memoria, se entregaba.

Después de dos largos años pudimos reencontrarnos. Y por eso fueron dos los premios entregados, el del año 2019 que recibió Antonio Manuel Rodríguez por Las llaves de la memoria, y el de 2020 que recayó sobre José Juan Yborra por su columna El río confundido.

El hilo conductor de ambos fue el valor que tiene la memoria y la palabra como elemento capaz de luchar contra el olvido. Ambos, con sus escritos primero y sus discursos después, revivieron el espíritu de autenticidad que el premio busca y que mi hermano llevaba prendido en su pluma. Ambos premiados con mucho en común: los dos, amantes de su oficio; tanto el uno como el otro, con una sensibilidad humana palpable y desbordante; ninguno de los dos periodistas; ambos desglosando, uno de una forma más general y el otro de otra más particular, la memoria de nuestro pueblo andaluz; los dos dotados con el don de la palabra, defendiendo alegatos de lo que de verdad importa, ante un público entregado a tan alto nivel de oratoria. Antonio Manuel reivindicó la necesidad de poner en alza el valor del periodista ya que sin su buen hacer y la libertad de prensa seríamos, y puede que seamos, un poco más pobres. Por otro lado, José Juan habló de la sólida urdimbre en la que se debería sostener un columnista: autenticidad, sinceridad y pasión. Autenticidad porque solo así iremos por un camino recomendable; sinceridad porque es difícil, valiente y arriesgado ser sincero; pasión, porque es el motor de la vida y lo que nos hace realmente ser auténticos. Y añadía que en la escritura era necesario defender unos valores morales y éticos que se suponen pero que desafortunadamente tenemos que seguir reivindicando con esa autenticidad, pasión y sinceridad de la que hablaba. Antonio Manuel, en su artículo premiado defiende que este pueblo nuestro no tiene que recuperar la memoria porque nunca la ha perdido ya que, a pesar de las amputaciones de la Historia, todos nuestros saberes y sentires se fueron depositando en esta alacena intangible.

Manolo Báez y su canto hilándolo todo lo allí contado.

Y el amor a mi hermano, sobrevolando. Solo quien lo probó, lo sabe.