LA salida de Cayetana Álvarez de Toledo ha puesto en evidencia la dificultad para expresar opiniones propias en los partidos. La decisión del presidente del PP castiga la brillantez de quien se atreve a expresar puntos de vista discordantes con la postura oficial, lo que ocurre en todos los partidos. Podemos venía a acabar con los partidos tradicionales y ha expulsado ya de sus filas a Errejón, Bustunduy, Espinar, Bescansa, Alegre, Urban, Teresa Rodríguez y José María González. De sus 450 mil inscritos, solo 50 mil participan en las votaciones que han servido incluso para que apoyen el traslado del matrimonio Iglesias-Montero a su chalet de Galapagar. Es decepcionante en la medida en que ellos venían a regenerar un sistema envejecido. El PP, que ha mandado al exilio a todos los que apoyaron a Soraya Sáez de Santamaría (salvo Antonio Sanz, que se habrá alineado con la mayoría. De algo hay que vivir). Susana Díaz fue el visir Iznogud, quiso ser califa en lugar del califa, con el apoyo de las grandes empresas, los líderes históricos del socialismo y los más importantes medios. Preparó una celada contra Pedro Sánchez con sus fieles, todos a sueldo de la Junta de Andalucía o con expectativas de cargo. Como se estrelló, los susanistas se pasaron al pedrismo hasta el punto de que la propia Susana Díaz llamó a Pedro Sánchez para que no laminaran a los presidentes de las diputaciones de Sevilla y Cádiz, los últimos fieles entre los fieles, a cambio del clásico "marchemos todos juntos y yo la primera por la senda del pedrismo". Lo que hay que hacer por un puesto de trabajo. Peor es trabajar.

El primer verso libre de la política gaditana fue Juan Jiménez Mata. El brillante urbanista fue el gran fichaje de Carlos Díaz en el 83, pero cuando se opuso al acuerdo entre el Ayuntamiento y Tabacalera para la permuta de la fábrica de la calle Plocia por suelo municipal en la Zona Franca, fue fulminado. El PSOE había fichado a Manuel González Piñero, que pasó de concejal del PSA a concejal del PSOE de la noche a la mañana aunque este es un ejemplo de transfuguismo. Caso siguiente fue Julio Braña, expulsado del PP por la fatídica costumbre de pensar por su cuenta. No sabría si incluir a Domingo Villero, fichaje de Ciudadanos para prescindir de Juanma Pérez Dorao, dejó el partido por propia voluntad sin explicar el motivo. Nueva Izquierda, expulsados por disentir para acto seguido aplicar sus puntos de vista los mismos que habían sido martillo de herejes. "Donde no existe la justicia es peligroso llevar razón", dijo Quevedo. El resumen es que los partidos exigen silencio, disciplina, acatar las órdenes del alto mando para lo que los sueldos públicos son un seguro .

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