El primer día nos cogió de sorpresa casi feliz por tanto meme. En casa hasta lo celebramos haciendo una berza de habichuelas verdes, y en esa clima de 'fiesta' estábamos cuando el Rey fue el primero en hacer un ERE en la Casa Real, despidiendo a su padre y renunciando a toda su herencia, excepto la Corona. Los estrategas de la Casa Real aconsejaron bien sobre el momento.

El segundo día, un familiar sanitario cuenta que se tienen que improvisar mascarillas con servilletas. Salir a comprar el periódico y productos básicos es la única oportunidad de estirar las piernas, y se agradece. La cultura como sustento.

El tercer día, el Gobierno anuncia un plan de choque, aceptado por todos, incluso los que hace una semana lo habrían demonizado por comunista. Lo público se revela ahora como nuestra salvación y fundamento, la tabla común para flotar que debería ser siempre. El sistema en auxilio de los más débiles, quién lo iba a soñar.

El cuarto amanece lloviendo por primera vez a gusto de todos. Las administraciones sanitarias confiesan que no estaban preparados para esto. Sánchez obtiene una unanimidad así así en el Congreso, pero algunos, que tienen sus propios anticuerpos, no pueden evitar culpar a Pablo Iglesias. Por la noche, un Rey al que unos pocos se atreven a decir que va desnudo, hace un discurso para reconfortar al pueblo, pero no.

El quinto día alumbra una esperanza: China dice haber hallado una vacuna. Pero va para largo, no nos sirve. En la familia todo bien, nadie ha enfermado y nos contamos qué cocinamos y qué mueble abrillantamos. Una de las noticias más tristes: el padre de un amigo muere y nadie puede velarlo ni asistir a su funeral. Está desolado por esto. No hay el rito confortador del abrazo y la reunión.

Es el día del Padre, además. Mucha gente lo celebra como puede, ya con la programación de proclamas y aplausos en los balcones un poco saturada. Una sobrina se ha quedado atrapada en Alemania y debatimos (otra vez por whasap) qué es lo que debe hacer.

El sexto día pasamos de los mil muertos y nos avisan de que nos preparemos para las cifras próximas.

Al séptimo no descansamos sino que sufrimos un susto: en la comparecencia gubernamental diaria no está Fernando Simón, nos dicen que ha tenido síntomas… pero ha dado negativo. ¡Uf! Si el coordinador de la lucha contra el virus cae, sería casi como cuando caía el rey (otro, no el nuestro) en esas batallas medievales.

En el comienzo de otra semana se anuncian 15 días más de confinamiento y que nos preparemos para 'lo más duro'. La eternidad era esto.

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