Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

'Satisfaction' en La Habana

Los Rolling Stones propagaron como nadie lo ha hecho en Cuba una insurrección hedonista

Imagino que el don de la oportunidad es un valor añadido en las cualidades y virtudes de un programador de televisión y alguien que anda sobrado de él lo empleó con perspicacia hace varias noches en uno de esos canales a los que me da acceso el mando a distancia, de suerte que me encontré con Havana Moon: The Rolling Stones Live in Cuba, el documental del concierto que la banda británica ofreció en La Habana el 25 de marzo de este año. Justo ocho meses después va Fidel Castro y se muere, aunque en verdad ya la había diñado mucho antes de que empezaran a sonar los primeros acordes de Jumpin Jack Flash en la explanada de la Ciudad Deportiva de la capital cubana.

El concierto fue gratuito. No están allí para dispendios. Hay que decirlo porque sus Satánicas Majestades no suelen desplazarse si al fondo no se oye el tintineo de la caja. Jagger y compañía no se jubilan. Viendo la película de Paul Dugdale uno disfruta y se alegra por esa noche que pasaron quienes acudieron -las crónicas hablaron de más de un millón-, por la diversión y el goce que transmiten sus rostros y sus cuerpos filmados por las cámaras en un acontecimiento de pinga.

Pocos grupos de rock -si me apuran yo diría que al día de hoy todavía ninguno- hacen de la insurrección más hedonista, como lo hacen estos carcamales con más de setenta tacos encima, el catalizador de las ansias de libertad que palpita en el corazón y hierve en las tripas de la gente. Oyendo a esos cubanos responder emocionados al casi perfecto español del maestro de ceremonias Jagger cuando les pregunta varias veces si están listos antes de abrochar el recital con Satisfaction no pude por menos que recordar el concierto de Madrid en 1982, con Jagger envuelto en la bandera de España bajo la tormenta cantando también esa misma canción sobre el escenario resbaladizo del estadio Vicente Calderón mientras en este país intentábamos acabar con los restos de la piorrea heredada del franquismo. Y a esa edad nada mejor que eso que "es sólo rock'n'roll pero nos gusta".

¿Saben por qué no dejan a los Stones tocar Midnight Rambler, sin duda su directo más incendiario, en un estadio de Corea del Norte? Porque a partir de ese instante ese tal Kim Jong-un, ese que tiene un peluquero tan psicópata como él, no duraría ni un minuto más.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios