Mis croquetas

Perder el Oremus

"Sinceramente, no me veo ordeñando soja ni llevando a mi perro al psicólogo por una crisis de ansiedad"

Hay palabras hermosas por su uso, resonancia o evolución. Una de esas en español, para mí, es "Oremus", que es en origen verbo (de la Misa en latín) que sustantiviza y se usa en la expresión "perder el oremus", es decir, haber perdido el rumbo normal de las cosas o "tener una pedrá", dicho en román paladino. Vamos, que estabas en misa y no viste ni el botafumeiro venir de frente.

Lo digo porque últimamente no paro de observar comportamientos erráticos, carentes de la más elemental lógica, absurdos en sí mismos. Y no, no hablo de política (al menos como primer referente).

A saber, hace unas semanas, en un establecimiento hotelero de la Sevilla de mis amores le pido a una camarera muy atenta que me traiga un poco de leche del tiempo para el café, que la neblina que desprendía me impedía ver los edificios colindantes. ¿La respuesta?: "Fría sólo tenemos leche de soja". ¡De soja! ¡Leche! Aguanté como un campeón y preferí las quemaduras de tercer grado de ambos labios a la herejía, todo hay que decirlo.

Algo después, mientras andaba (hecho inusual, por cierto) por mi Algeciras natal, vi a una señora adosada a un perrito. Nada extraño hasta aquí. El perro trota alegre y juguetón, en pleno ejercicio de su naturaleza canina, y su dueña, muy educada que todo hay que decirlo, le insta a que me deje en paz...y hasta aquí sería una escena de lo más normal. Pero el caso es que el ¿diálogo? fue algo así como (pongamos que el perro se llamaba Cuqui): "Cuqui, te he dicho que vengas, deja a ese señor en paz, no seas perro" y, algo más tarde, "Cuqui, te tengo dicho que tienes que hacerle caso a mamá"... (murmullos de estupor)

Lo curioso es que muchas personas al leer esto se identificarán con el perro y su "mamá" antes que con la lógica y comenzarán una guerra de desprestigio contra mí en redes sociales y en la vida real... ¡Ancha es Arkansas!

Esto me resulta absurdo, pero cada quién es libre de perpetrar sus propios momentos de gloria. Y sinceramente no me veo ordeñando soja ni llevando a mi perro al psicólogo por una crisis de identidad (quizás por eso no tenga perro).

Y pongo estos dos ejemplos vividos recientemente como puedo reflejar docenas tan leídos como sufridos que me llevan a tener la sensación de pacer en un experimento fallido de Matrix en el que conceptos como la lógica y la razón se han ido por un sumidero de suprema estolidez. Lo que me taladra el alma es pensar que el experimento fallido sea yo, quién sabe con estas cosas.

Por cierto, Oremus es también un increíble vino dulce húngaro del que, si nada lo impide, voy a dar buena cuenta en unos días. Uno del 99. Y no, no lo haré a cara de perro ni aunque se llame Cuqui. Y de perderlo ni hablamos.

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