Pasaporte y Navidades

El pasaporte Covid tendrá poco efecto, restringe la libertad y causa otro daño más a la economía de la hostelería

Comienza la semana de Nochebuena con la entrada en vigor de la exigencia del pasaporte Covid para acceder al interior de los locales de hostelería.

El auto del TSJA que ratifica la exigencia de certificado de vacunación dice que "la experiencia demuestra que estos espacios de socialización favorecen una relajación de la atención necesaria para respetar las medidas de prevención individuales, tales como el uso de la mascarilla o el mantenimiento de la distancia de seguridad interpersonal".

Precisamente ahí se halla el problema, ya que la socialización no solo se circunscribe a los espacios cerrados de bares, restaurantes y demás, ni mucho menos. Además, a la vista de la ineficacia preventiva de la vacuna a los efectos de ser sujeto de contagio (otra cuestión es la reducción de efectos del virus, menos mal), tampoco parece que la medida sirva poco más que como acicate para algún renuente a vacunarse, que ahora sí verá motivo al privársele del Canasta de mediodia.

Y, por supuesto, la relajación de las medidas tampoco sucede de manera exclusiva en estos establecimientos. Ejemplo son las reuniones familiares de Navidad o, o particularmente en Algeciras, la tradicional celebración de la tarde de la Nochebuena entre amigos o el Arrastre de Latas la víspera de Reyes.

Tal exigencia es más lógica en otros lugares con una menor tasa de vacunados. En Andalucía la tasa es altísima, más del 80%, teniendo en cuenta que el otro 20% está parcialmente conformado por menores de 12 años aún sin vacunar mayoritariamente, y las franjas de población mayores de 40 años están vacunadas en más de un 90%, cercanas al 100% en poblaciones de mayor edad.

Por tanto, la medida tendrá poco efecto, restringe la libertad y causa otro daño más a la actividad económica de la hostelería, que ya ha sacrificado tanto en pro del interés general, como no podía ser de otra manera. Es un señalamiento injustificado y será un engorro para el camarero de turno de exigir que se enseñe en el móvil o en papel el certificado correspondiente, mientras tira una caña o está sirviendo el café con alfajor.

Habrá que aceptar la medida, quú duda cabe, pero el gobernante debería confiar más en el ciudadano de a pie, y centrar sus esfuerzos en lo esencial, que es dotar de personal suficiente y de medios a la sanidad pública, estemos en la cresta de la enésima ola o no.

Y los pasaportes, para viajar, que ya se echa de menos. Pasen en todo caso unas felices Navidades, y no olviden llevar consigo su certificado.

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