Mis croquetas

Odio y colonias

Bolsonaro, Trump... no son anomalías, sino la respuesta de unas élites que nunca quieren dar un paso atrás

En estos días de apariencia de lujo y fraternidad me resulta insoportable la publicidad de las colonias. La sensualidad irresistible que genera desenroscar un frasquito, promesas de éxito con un halo de estolidez... Hasta que me doy cuenta de que el lerdo soy yo. Si gastan en publicidad es porque funciona.

Tal que así son los mensajes que apelan al miedo visceral que todos llevamos anclado en lo más profundo de las entrañas: miedo al extranjero, al distinto, al que está ahí. La variedad de miedos es casi infinita y todos son aprovechables por los ingenieros del odio. Y si no, observemos Brasil, consecuencia de una escalada de violencia por un lado y de llamamientos al olvido por otros a quienes conviene que se difuminen los orígenes de su poder.

Bolsonaro, Trump... no son anomalías, sino la respuesta de unas élites que nunca quieren dar un paso atrás en el mantenimiento de unos privilegios que entienden otorgados por derecho divino.

Lo curioso es cómo consiguen que haya masas de descontentos, de desharrapados o de psicópatas que los sigan y crean que esa colonia es la suya y van a exhalar el perfume de la libertad exterminando al enemigo.

Esto viene precedido por los apóstoles de la equidistancia, negacionistas de la Historia y la verdad, quienes, conocedores del funcionamiento de la mente humana, saben que el miedo es el motor más potente. Y éste no tiene por qué ser racional, basta con que nos lo inserten a golpe de proclama, lo más sencilla posible, de descalificación y de identificación de la diana a la que dirigirlo. No hay que tener razón, basta con decir que se tiene y, si no, decir que hay una oscura conspiración, ya sea judeo masónica o de reptilianos.

Por curiosidad me gustaría saber un solo derecho social que haya aprobado para los más desfavorecidos cualquiera de estos gobiernos dictatoriales, esos mismos que se "levantan" contra gobiernos que limitan no sus derechos, sino sus privilegios, y que procuran que colectivos generalmente marginados puedan acceder a derechos básicos.

Y un océano no es distancia, sólo hay que ver a nuestro alrededor los movimientos de exaltación de las dictaduras, de negación de los genocidios, de pretender el olvido para reconciliarnos, de poner en el mismo nivel de culpabilidad a los agresores y a los agredidos.

El odio se esparce con más facilidad que cualquier otro sentimiento y sus primeras víctimas son la verdad y la libertad, ésa que algunos identifican con que no se toquen sus privilegios.

Huyamos de quienes sólo dan consignas y recetas fáciles en lugar de sólidas reflexiones, odio y señalamiento en lugar de integración.

Y recordemos que del ano del buey almizclero o del vómito de cachalote se extrae la base de los más exquisitos perfumes, sólo es cuestión de elaboración.

Así que cuidado con las colonias que dejamos que nos vendan.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios