Todos los territorios en ambas orillas del Estrecho son áreas donde se proyectan de forma compleja todas las problemáticas de una zona fronteriza. Y no se trata solo de unas demarcaciones nacionales con cuestiones locales, se trata de la frontera sur de Europa con África, un continente que presenta enormes desafíos de futuro y una difícil e irresuelta relación con las potencias coloniales que determinan unos profundos problemas económicos y de desarrollo al que se suma una enorme inestabilidad institucional, una enorme fragilidad democrática, Estados enormemente débiles y una devastadora crisis ambiental y climática. A todo esto, hay que sumar la presencia de otros actores como China y Rusia que depredan las riquezas naturales y promueven regímenes corruptos como necesarios aliados del nuevo saqueo de África. El resultado son los constantes y numerosos flujos de emigración hacia Europa que convergen en varias rutas principales, una de ellas canalizada a través del Estrecho de Gibraltar.

La semana pasada el Centro de Excelencia Jean Monnet dirigido por el catedrático Alejandro del Valle, quizás el académico que mejor conoce las complejidades jurídicas y políticas del Estrecho, celebró unas jornadas en Ceuta con el llamativo título de Weaponising migration, Marruecos, España y el Sáhara, dos años después. El título hace un guiño a un reportaje de The Economist en relación con la agresión marroquí sobre Ceuta. La expresión “militarización de la migración” con gran potencia expresiva recoge la amenaza marroquí sobre este territorio fronterizo que, a su vez, se proyecta sobre España y la UE al ser éstas también las fronteras exteriores de la Unión. El periodista Ignacio Cembrero, igualmente uno de los mejores conocedores de Marruecos, disertó sobre la ausencia de contrapartidas por el importante giro de la política exterior española en torno al Sáhara, territorio pendiente de descolonizar y ocupado por Marruecos. La única contrapartida que Marruecos ha podido cumplir es el control en materia migratoria.

En definitiva, una de las principales conclusiones de la actividad académica fue la utilización sin escrúpulos de la gestión de flujos migratorios como herramienta de política exterior marroquí y palanca con la que amenazar a sus vecinos del norte para la obtención de beneficios económicos y, sobre todos, réditos políticos. Pero más allá de la conveniencia o no del cambio de política exterior española, sobre lo acertado o desacertado, tenemos que subrayar que cuando hablamos de la utilización de la migración no se trata de la gestión de un problema abstracto, se trata de la utilización de seres humanos altamente vulnerables que son las víctimas últimas de todas las crisis políticas en este territorio de frontera.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios