Una semana después de la nevada, Madrid sigue impracticable. El 100% de los colegios de titularidad pública siguen cerrados. El 85% de las 9.000 toneladas de basura siguen sin recogerse. El 75% de las 9.300 calles siguen sin estar operativas. El 55% de las líneas de autobuses siguen sin dar servicio. Hay 650.000 árboles dañados de los 1,7 millones de árboles de la ciudad.

Desde el 31 de diciembre, AEMET había emitido cuatro avisos, cada vez más acuciantes y graves, que prevenían sobre la nevada. Pero no sirvieron para las autoridades. Sin embargo, esa nevada cayó de la misma forma en otras ciudades y provincias del estado, que pronto recuperaron su normalidad.

Madrid es zona catastrófica, pero no por los daños de Filomena, sino por unos gestores cuya única política es bajar los impuestos y demoler los servicios públicos. La nevada ha demostrado qué sucede cuando el modelo está hecho para no utilizar de forma cotidiana los servicios públicos: si todos lo necesitan el sistema colapsa.

Frente a tanta incompetencia y desorganización, Madrid siempre se ha creído el ombligo del mundo. Se creen centro y todo lo demás es periferia. Y así no se puede entender el estado español. Hasta hemos escuchado eso de "Madrid es España dentro de España. ¿Madrid qué es si no es España?" Una frase que encierra un halo de ninguneo y desprecio al resto de territorios.

Vivimos en un país radial cuyo centro es la capital. Es la consecuencia de siglos de centralismo. Para lo bueno y para lo malo todo pasa por Madrid: la estructura de la red de transportes, la ubicación de todo el aparato administrativo del Estado, la sede del poder político nacional y de la mayor parte de las principales empresas…

Además, ha habido una especie de conjunción político-empresarial que ha estado interesada en transmitir una visión unívoca, una realidad social, en que lo periférico queda marginado. Ha sido tan obvio al informarnos de la nevada.

En algunos momentos, la Comunidad de Madrid se ha podido permitir grandes bajadas de impuestos y dumping fiscal con el resto de comunidades gracias a que sabe que tiene detrás un Estado territorializado que puede rescatarla si en algún momento quiebra. Ese centralismo ha sido y es dañino para la vertebración territorial de España.

Visto lo visto, el modelo de mercantilización de la política y de las relaciones humanas de Madrid no es ejemplo para ningún otro territorio del Estado. Mientras sus políticos siguen culpando a los demás. Y seguirán así, pero es indudable que éxitos y fracasos son de su entera responsabilidad.

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