J. M. Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Macarena de marte

El problema de Olona y sus directores de campaña y comunicación no es que sean de fuera, es que son de Marte

Teófila Martínez fue alcaldesa de Cádiz durante 20 años, es santanderina, conserva su acento cántabro, y nunca le dio por imitar el tonillo gadita ni se hizo llamar la Teo de Cai, entre otras poderosas razones porque ningún gaditano se refiere a su ciudad de ese modo. Cuando se presentó a sus primeras elecciones, ganadas por mayoría absoluta, vivía en El Puerto, pero tuvo la precaución de empadronarse en un piso del casco antiguo. Tan pequeño que las malas lenguas sostenían que no cabía ni ella, que es una mujer de alturas. Pero lo hizo.

Sí, esta introducción enlaza con Macarena Olona. Su empadronamiento impostado en la casa de un dirigente de Vox en Salobreña fue el primer error que anunció el desastre estratégico de la candidata y su equipo. No es que sea de Alicante, es que parece de Marte.

Su director de campaña y el de comunicación tampoco conocen Andalucía; incluso peor, le han contado un resumen ligero de una comunidad de 8,5 millones de habitantes, y han bajado como devoradores de pececitos fritos. Qué ricos están.

Olona solemnizó que dejaba su escaño en el Congreso -"sin novedad en el servicio", dijo- para hacer campaña, pero lo cierto es que su baja está condicionada a la obtención del acta de parlamentaria como consecuencia de las elecciones del 19 de junio. Suspendió un encuentro informativo con Europa Press porque no se atreve a contrastar opiniones ante un público variado, del mismo modo que tampoco concederá entrevistas a la televisión y radio públicas andaluzas ni a ningún periodista que se salga de su menú: España, inmigración, antifeminismo y antiecologismo.

El debate de la RTVE confirmó la cortedad de una candidata que, sin embargo, es brillante para los estudios y para un cara a cara. Confrontar es su fuerte, pero ni para los mítines vale, que tiene que esperar a que Santiago Abascal baje los fines de semana para ponerse a su sombra. En el debate volvió a equivocarse: el libro de texto donde, según ella, se criminalizaba a los cazadores, ya había sido modificado por un aviso de la Consejería de Educación.

Los medios públicos llamaron a su spin doctor para advertirle que, sin actos, no había cómo rellenar el hueco que cada partido tiene tasado en sus informativos. Ahora hace unos spots que están más plastificados que las hamburguesas del otro Mac. Vox tendrá una marca muy fuerte, pero no todo le vale, y esto ha sido un gran error.

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