F ORMAMOS parte de este planeta y de este sistema solar. El sol, nuestra estrella que nos renueva sin parar. Pertenecemos a una gran comunidad y una de las principales enseñanzas es aprender a escuchar las múltiples señales. No solo nos deberíamos limitar a escuchar con los oídos sino también con la mente, el cuerpo y el espíritu. Según Raimon Panikkar, el lenguaje de la sabiduría tiene la capacidad de enlazar oído, cuerpo y mente. Para este filósofo y teólogo, preparar una morada a la sabiduría es una invitación a construir un hogar feliz en el corazón humano.

"La imagen de la sabiduría moderna es la de una dama rica, bella y culta, que reparte obsequios, que nos acoge cómoda y hospitalariamente, que distribuye información y nos enriquece. El precio que hemos de pagar por estos privilegios es la complicación de nuestra existencia".

"Es perverso el modo en que somos bombardeados por informaciones, como si las necesitáramos para poder vivir humanamente. Aquello que llamamos progreso científico no es otra cosa que la proliferación de disciplinas especializadas, que se escinden cada vez más para iluminarnos cada vez menos. El problema es que para nosotros este método se ha convertido en una seria necesidad y que consideramos el camino analítico como "natural". Decimos investigación, pero queremos decir intervención sobre la naturaleza".

"La sencillez de la sabiduría no implica simplificar artificialmente la vida, sino darse cuenta de que estamos en el centro de la realidad, de que puedo acercarme a ella y conocerla, si no me olvido de mí mismo, si no objetivizo la realidad, convirtiéndome así en un sujeto aislado. Esta experiencia integral solo tiene lugar allí donde se encuentran teoría y praxis, allí donde mi necesidad de conocer no es independiente de mi existencia: donde mi corazón permanece puro. La sabiduría como actitud fundamental depende de nuestra propia transparencia, de la autenticidad de nuestra vida. La sabiduría es armonía personal con la realidad, unión con el ser, Tao, cielo, Dios, nada…"

Cuando el sol brilla en nosotros, disuelve las dudas, entra en los rincones más oscuros del alma y los inunda de luz. Esa sabiduría de la que Panikkar habla, habita en nosotros. Hay que prepararle una morada confortable, hoy más necesaria que nunca. No malgastemos nuestro tiempo con cualquier cosa que no implique sabiduría, no comporte salvación y no provoque alegría. No olvidemos escuchar a la Tierra, ella forma parte de nuestra morada y guarda palpitantes los misterios de nuestra verdadera identidad.

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