Inundaciones en La Línea en 1963

enero Casi un mes de lluvias continuas provocaron serias inundaciones en La Línea, sobre todo en los barrios del Castillo, El Conchal y La Atunara, de donde fueron desalojadas unas mil personas

02 de marzo 2014 - 01:00

DESPUÉS de más de 25 días de lluvias e inundaciones, hubo dos o tres días de relativa calma, con lo que se apaciguó un poco la difícil situación en la que la zona del Campo de Gibraltar estaba sumida. En La Línea se vieron muy afectadas las zonas del cementerio y el Zabal. Llevaban dos semanas de trabajos de achique, con siete bombas de agua en puntos estratégicos, y se habían construido dos canales transversales a la ciudad por donde se logró que discurrieran las aguas en dirección al mar de Levante, pero el 23 de enero, nuevamente, el temporal comenzó a manifestarse desde muy temprano y fue adquiriendo fuerza hacia el mediodía, alcanzando su máxima fuerza desde el atardecer, y la noche en La Línea de la Concepción fue terrorífica. Sopló un viento huracanado de Levante con gran fuerza, por lo que tuvieron que ser evacuadas 300 familias, aproximadamente mil personas en las barriadas del Castillo España, El Conchal y la Atunara, ya que todas las modestas viviendas de la misma fueron blanco de las olas y de la fuerza del viento que soplaba.

A medianoche, en vista del cariz tan peligroso que iba tomando para las familias que vivían en esas barriadas, las autoridades dieron alarma general y comenzaron los trabajos de salvamento. Fueron inmediatamente evacuadas por fuerzas de la Cruz Roja, Parque de Bomberos, Departamento Marítimo de Cádiz, Ejército, Guardia Civil... y alojadas en el Hospital Municipal, parroquia de Santiago, Cuartel de Infantería y cines Imperial, Amaya y Trimope, mientras que otros equipos seguían con los trabajos de achique.

Hubo olas que llegaron hasta el estadio San Bernardo, que se encontraba a unos 150 metros de la playa, aproximadamente.

En la Avenida de España fueron derribados por el fuerte viento treinta y ocho malecones y tuvieron que personarse los bomberos, ya que obstruían el tráfico rodado.

Otras zonas fueron muy perjudicadas, como la Avenida María Guerrero, donde a los daños por la inundación se sumaron los efectos del viento huracanado que arrancó de cuajo un gigantesco eucalipto y en cuya trayectoria destruyó varias viviendas. El viento hizo caer otro árbol que cayó sobre el autobús de CTM que hace el recorrido desde la entonces llamada Plaza del Generalísimo al Cementerio.

El alcalde de la ciudad, Pedro Alfageme González, y el teniente coronel de Estado Mayor, el señor Mir, permanecieron desde el primer momento al frente de la organización, coordinando todos los trabajos no sólo desde su puesto de mando establecido en la Alcaldía, sino visitando continuamente los lugares afectados. También colaboraron de forma destacada el ingeniero de caminos Juan Antonio Esteban y el ayudante de Obras Públicas, el señor Pérez Lorenzo, pertenecientes a la empresa Dragados y Construcciones. Igualmente prestaron un valioso servicio el ingeniero de la Compañía Sevillana de Electricidad señor Sandoval y personal de la misma: técnicos y funcionarios municipales; mandos y fuerzas de Infantería de Marina y Ejército; servicio de Bomberos, Cruz Roja y personal de Alcantarillado y de las brigadas de obreros del municipio. Todos trabajaron desde sus puestos, en un alarde de entrega y abnegación por el bien del pueblo.

Por otro lado, miembros del Frente de Juventudes y de la Sección Femenina, por encargo de la Jefatura Local del Movimiento y en contacto con las parroquias, llevaron a cabo un control de las familias afectadas por las inundaciones al objeto de proporcionarles ayuda y facultarles mantas, colchones, medicinas, etc.

La prensa y radio nacionales se hicieron eco de la catástrofe producida por las lluvias y Radio Nacional de España, en su diario hablado de las cinco de la tarde del lunes, facilitó también amplia información al respecto.

La ciudad fue declarada zona catastrófica y el Gobierno puso en marcha una agenda política encaminada a retribuir con indemnizaciones a los damnificados. Más de 660.000 pesetas de la época fueron entregadas a 259 afectados en plazos regulares que no terminaron hasta julio de 1963.

La gravedad de estos sucesos hizo que el alcalde, Pedro Alfageme, marchara a Madrid el 25 de agosto de 1963 para gestionar personalmente la puesta en marcha de las obras de alcantarillado. Sus gestiones surtieron efecto y en 1964 se dieron las primeras obras de reforma. No obstante, la ciudad ha seguido sufriendo periódicamente diferentes inundaciones y temporales que han causados daños diversos en la misma zona.

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