Gramática vengadora

Son como una Carmen Mola del poder, una triunvirata empoderada. ¡Brava por elles!

Yo, loco por la literatura y el lenguaje, cuando Podemos empezó a llamarse Unidas Podemos, me temí (me esperancé) lo peor (lo mejor). Era demasiado forzado para algo que tiene que entrar por los ojos (los oídos). Si incluso las profesionales del ramo, como Irene Montero, se trastabillan con los nuevos pronombres, ¿cómo va a calar eso en el común de los electores?

Lo que no me esperaba es que el tiro les fuese a salir tan por la culata. Quiero decir, que la gramática se vengase tan rápido, implacablemente y al pie de la letra. ¿Lo han observado? Ese femenino de «Unidas» quería invertir el masculino genérico que engloba a hombres y mujeres y, contra las reglas de nuestro idioma, referirse tanto a mujeres como hombres. Pretendía ser un femenino genérico.

¡Ja! El idioma se ha rebelado y ha impuesto sus reglas. De golpe en Unidas Podemos no hay más que mujeres, de modo que el nombre del partido ha vuelto a ser gramaticalmente correcto. Por la puerta de atrás, por la vía de los hechos, por la fuerza de la naturaleza. Ahora lo lideran, más o menos unidas, más o menos pudiendo, Irene Montero, Yolanda Díaz e Ione Belarra, que son como una Carmen Mola del poder, una triunvirata empoderada. ¡Brava por elles!

¿Dónde quedaron los hombres, más o menos aliades? ¿Qué se fizo de Ramón Espinar, de Íñigo Errejón o, incluso, de Pablo Iglesias? Hasta se ha ido, airado, desilusionado, Alberto Rodríguez. Queda Echenique. A pesar de sus canciones de la minga, el proceso de feminización es evidente y acelerado, como si el subconsciente colectivo no soportase otra idea que la gramaticalmente correcta. Si se llama Unidas Podemos tienen que ser ellas. Si hubiese un hombre en la cúpula, ya tendría que ser «Unidos» porque así rige el masculino neutro que llevamos en nuestros genes lingüísticos.

¿Que puede ser una casualidad? ¿Que estoy arrimando el ascua a mi sardina? No es mi sardina, pero sí puede que estemos ante un post hoc ergo propter hoc, esto es, ante un hecho que pasó después pero no por esa causa. Es posible, lo reconozco; aunque, por precaución, yo no jugaría demasiado con el lenguaje si no se le tiene cariño y respeto, amistad o, mejor, amor, como los poetas. Que lo manoseen mal parece que le irrita. Se revuelve liando a los que dicen: «Autoridados, autoridadas, autoridades» y se venga de quienes le tocan demasiado los géneros. Yo, por si acaso, corregiré otra vez este artículo.

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