El profesor Tamames lanzará hoy en el Congreso de los Diputados una proclama contra el actual estatus de Gibraltar y contra el que le presume en un futuro.

Como candidato de Vox en la moción de censura contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el ilustre y veterano político y economista se posicionará en contra de la condición del Peñón como colonia del Reino Unido. Pero también, del tratado internacional que Bruselas y Londres negocian para regular la relación de los gibraltareños con la Unión Europea. A Tamames no le gusta el presente y tampoco lo que ha de venir. Se ve que está al tanto de los detalles de un acuerdo del que nadie conoce nada y que se guarda en el secreto que exige la diplomacia. Si tan malo es, quizás debería explicárnoslo, para que estemos prevenidos.

Del pasado de Gibraltar no ha dicho nada, aunque se entiende que, dado su historial antifranquista, tampoco es de su gusto. O, al menos, no lo fue.

"Por rendir nuevas glorias a Europa, España puede caer en un tratado con Gibraltar, mejor dicho, con Reino Unido sobre Gibraltar, que sea vejatorio. No es el momento de invocar tanto el Tratado de Utrecht como que en el siglo XXI puede haber una colonia en Europa como Gibraltar. Es una vergüenza. Y eso es lo que hay que tratar de conseguir en Europa. ¡Fuera las colonias! Naturalmente, fuera las colonias, Gibraltar para dentro", dijo en una rueda de prensa de presentación de la moción de censura.

Tampoco explica Tamames, para dentro de dónde. Quizás se refiera a la Unión Europea, pero el Peñón ya estuvo ahí (antes que España) hasta que el 23 de junio de 2016 se celebró un referéndum en Reino Unido y en la Roca en el que ganó la salida. Si lo que pretende es que uno sí esté y el otro no, entonces lo que debería es hablar de lograr avances en la autodeterminación. Y eso solo está en manos de los gibraltareños, no de Tamames, de Pedro Sánchez ni de Santiago Abascal.

Se entiende entonces que quiere a Gibraltar dentro de España, lo cual es una reclamación legítima, pero no estaría demás que explicara cómo considera que debería conseguirse. Porque desde el 13 de julio de 1713 han caído un momentón de chaparrones y ningún político español ha logrado un solo avance en la reclamación de la soberanía española del Peñón. Ni por las buenas ni por las malas.

Con el sentido práctico que se le presume al veterano profesor, es de esperar que, en lugar de afiliarse a discursos utópicos y vacíos de contenido, hoy tome la palabra en el Congreso para defender mejoras para el Campo de Gibraltar que le conduzcan a reducir y eliminar su dependencia de la colonia. ¿Lo hará? Desde luego, por lo visto, sería una sorpresa.