Emprendeduros

Lo siento, pero no estamos preparados para considerarla cultura como una actividad económica de primer orden

Alguien tiene que pagar la factura, porque las palabras y las promesas no sólo se las lleva el viento, sino que no saldan las cuentas de un país que se desangra lentamente en sus cifras. Por más que digan o dejen de decir, por más que se enreden verbalmente los unos con los otros, alguien tiene que pagar. No hay más. El problema es que por desgracia la china le toca casi siempre a los mismos. Son esos que nunca enferman, ni protestan, porque son débiles, pequeños y no tienen el poder ni la voz de las multinacionales. Sí, los autónomos. Son los que suelen hacer frente a los malos tiempos, cada vez que los de arriba cambian las reglas del juego, a veces con el juego ya empezado.

Suben las cuotas de autónomos a los trabajadores por cuenta propia y suben las cotizaciones a los artistas con carácter retroactivo. Los seguros sociales al sector artístico han subido de manera exponencial (como las cifras del Covid) a final de año y listo. Como en el anuncio navideño: "Porque tú, porque te". Así de simple.

Se nos llena la boca de elogios hacia el mundo de las artes. Que si la cultura es necesaria para esta sociedad, que si la cultura es objetivo primordial en las políticas actuales, que si hay que apoyar al sector, después del sufrimiento y el parón al que ha estado sometido durante la pandemia. No, lo siento, pero no estamos preparados para considerar la cultura una actividad económica de primer orden. Créanme, cada vez se hace más cuesta arriba que el espíritu creativo de artistas e intérpretes se mantenga a flote con cada nueva piedrecita en el camino.

Intentar trabajar y dar trabajo dentro del marco establecido se está convirtiendo en un lujo que no está al alcance de todos. La cultura emprendedora, ésa que se ha venido vendiendo en la última década con grandes campañas de marketing, es una de las grandes fantasías de nuestra sociedad, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas. En lo relativo al tejido artístico -creo que se puede decir más alto, pero no más claro- es pura ficción, al menos para los artistas de a pie. Para un emprendedor que no tenga una gran compañía detrás, los números -sencillamente- no salen.

Vendieron las maravillas del emprendimiento y los viveros de empresas como si fuera El Dorado y resulta que al final del camino no es oro todo lo que reluce. Los autónomos no son superhéroes, no son robots, no son de goma, no son 'emprendeduros'. Es sólo gente que se levanta muy temprano y se acuesta muy tarde para sobrevivir en un mundo que les necesita y les ignora a partes iguales.

Emprendan, emprendan, que luego ya veremos quién paga la factura.

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