La esfera armilar

Alberto P. De Vargas

Dios y las probabilidades

05 de febrero 2009 - 01:00

NO hay modo de demostrar la existencia de Dios. Ni su inexistencia. Sin embargo, puede valorarse la probabilidad de lo uno y de lo otro a través de las evidencias científicas. Las matemáticas, que no son más que un lenguaje, permiten objetivizar el conocimiento sacudiendo lo que haya en él de subjetivo. No es posible matematizar el arte o el amor porque se trata de asuntos subjetivos. Algo gusta más o menos, nada o mucho, según sea el sujeto al que gusta. Lo amado pertenece a la actitud del que ama. No puede comunicarse cuánto gusta algo ni cuánto se ama a alguien, de manera que el interlocutor lo comprenda con precisión. Ni siquiera se ama de la misma forma o en iguales proporciones. La Matemática pues no es un soporte para cualquier cosa sino el sustento de lo que puede objetivarse, independizarse del observador. Pero puede matematizarse el azar y esa posibilidad se traduce en un servicio excepcional a las ciencias aplicadas, experimentales, sociales o del comportamiento. Por ejemplo, no puede descartarse que un medicamento produzca efectos indeseables, por muy bien diseñado que esté y por mucho que se hayan estudiado sus efectos secundarios, pero puede valorarse el riesgo que se asume al ponerlo en circulación y, por lo tanto, la conveniencia de hacerlo e incluso las precauciones que deben tomarse para reducir en la práctica ese riesgo. En los ensayos clínicos se comparan los efectos de un fármaco con los que produce un placebo; un fármaco simulado, sin efectos de ningún tipo más allá de los psicológicos; y se pondera su bondad o inocuidad acudiendo a una regla de decisión de carácter matemático. La Bioestadística o Estadística Matemática aplicada a las ciencias de la vida es una disciplina cuyo método, la teoría de la probabilidad, permite decidir en condiciones de incertidumbre sobre la naturaleza, fines y efectos de procesos físicos y biológicos. La probabilidad de que el Universo exista por azar puede decirse sin ambigüedad que es cero. Ítem más: La probabilidad de que en el Universo surgiera la vida por azar es cero. Desde la licencia que me da el oficio y pudiendo hablar ex cáthedra sin reserva alguna: es matemáticamente imposible que Dios no exista. No es, insisto, posible demostrar esa existencia pero sí valorarla en términos probabilísticos. De modo que eso de que "probablemente Dios no existe" no es más que la frase de un ignorante que no solamente no sabe que no sabe sino que ni siquiera es capaz de comprender con cierta objetividad el significado de la palabra "probablemente". Ello fortalece el calificativo del colectivo promotor de la frase. La palabra ateo alude, al fin y al cabo, a una declaración de ignorancia.

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