Deontología para un beso

Todo el mundo lo ha visto ya. Se llega entonces a la conclusión de que lo están repitiendo por morbo

Todas las televisiones públicas y privadas han repetido cientos de veces la imagen del beso no consentido de Luis Rubiales a la futbolista Jennifer Hermoso. Se entiende que la difundieran en los primeros días, para conocimiento del público. Pero el pasado viernes se han cumplido dos meses desde que el ex presidente de la RFEF depositó dicho ósculo (popularmente denominado pico) en los labios de la futbolista. Y lo siguen repitiendo, que es lo peor. Ese acto ha sido denunciado como presunta agresión sexual, y algunos dijeron que le podían caer cuatro años de cárcel a Rubiales. Así que insisten con la imagen de un presunto delito, dos meses después. Pregunto: ¿para esto no existe la deontología profesional del periodismo?

Todo el mundo lo ha visto ya. Se llega entonces a la conclusión de que lo están repitiendo por morbo. Acción ejemplarizante no se puede considerar. Al contrario. Ejemplar es lo que sirve como modelo a seguir. Yendo algo más lejos, se podría obtener otra conclusión: tampoco son inocentes los que difunden esa acción. O creen que no es una agresión sexual, ya que si lo fuera no la expondrían con tanto frenesí. Y eso tampoco debería significar que se pueda tolerar como algo normal, sino que está mal y es lamentable; pero tropezamos con una exageración, fomentada por la hipocresía que existe en este país.

¿Difundir una agresión sexual no es un delito? Hemos conocido en las últimas semanas varios casos que han dado que hablar. Por ejemplo, el de unos futbolistas canteranos del Real Madrid, que presuntamente pasaron por Whatsapp una relación sexual, sin conocimiento de la menor afectada. O el de los niñatos de Almendralejo, que crearon imágenes pornográficas de chicas reales, a través de la inteligencia artificial. Por supuesto, publicar esas imágenes es delictivo. ¿Pero repetir mil veces una supuesta agresión no consentida, que ha sido denunciada, es aceptable?

En algunas cadenas también revelaron las declaraciones ante el juez de Jennifer Hermoso, grabadas por alguien (no se sabe quién), a pesar de estar prohibido. Y que después pudimos ver televisadas. Continúa así la hipocresía general, que embadurna de porquería este caso. Es evidente que si no hubiera intereses políticos detrás, el caso de Jenni se llevaría de otro modo. Rubiales es un impresentable, pero se nota demasiado que hay buitres alimentándose con ese cadáver.

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