Demasiados muertos en el Mediterráneo

En la orilla norte con cierta frialdad se ha asumido la normalidad de los fallecimientos en la travesía

El Estrecho de Gibraltar ha sido durante siglos un puente de comunicación entre las diversas culturas y civilizaciones que han habitado a sus dos lados. De esta forma, desde la prehistoria a través de la estrecha franja marina que separa las dos orillas se enriquecieron las manifestaciones culturales, se incrementaron los intercambios culturales, se tejieron alianzas y se fomentó la difusión del conocimiento y de las tradiciones. Este puente sirvió incluso para invasiones militares tanto desde el sur hacia el norte como desde el norte hacia el sur. Sin embargo, esta función de comunicación y enlace se ha transformado radicalmente y en la actualidad el estrecho en vez de puente entre continentes es una barrera que separa la fortaleza Europa del continente africano.

Los flujos de migración que desde África tratan de alcanzar el sueño europeo encuentran aquí una barrera difícil de franquear que aprovechan mafias sin escrúpulos y Gobiernos autócratas para los que la vida de los migrantes no vale nada y son simplemente un instrumento o bien para ganar dinero o bien obtener réditos políticos. En la orilla norte con cierta frialdad se ha asumido la normalidad de los fallecimientos en la travesía. Este diario publicaba el paso mes de febrero el hallazgo del cadáver de un migrante en Cala Arena. Uno más en un conteo incesante de víctimas que apenas despierta el interés de una opinión pública insensible en gran parte. Según datos del Observatorio de Derechos Humanos de la ONG Caminando Fronteras, incluidos en el informe Derecho a la Vida, 25 personas se dejaron la vida en el Estrecho en el año 2022 intentando alcanzar las costas del estrecho y otras 75 en otras provincias andaluzas, especialmente en Málaga y Almería.

La Unión Europea no ha sido capaz de implementar medidas de solidaridad entre los Estados miembros y ante el auge de las tendencias xenófobas y ultranacionalistas que encuentran en la inmigración el chivo expiatorio para un gran número de problemas la tendencia es el cierre de fronteras y la construcción de muros. Pero mucho me temo que estas vallas no pararán el importante incremento de flujos migratorios que se prevén ante la multiplicación de crisis políticas y económicas en África y el deterioro ambiental causado por el cambio climático. Para evitar siniestros como el reciente de Calabria, en el Mediterráneo central en el que fallecieron cerca de 60 migrantes es absolutamente necesario un giro radical en las políticas migratorias, aunque para la clase política sea sólo por intereses egoístas de un Europa que envejece y necesita mano de obra. Deben ponerse en marcha canales oficiales que permitan una migración segura y ordenada en colaboración con los países de origen y de tránsito.

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