Tropezamos con el término en la ficha de una periodista de un medio mainstream, de prosa moralizante y férrea corrección política: "corresponsal de género". Lo usan para definir a una de sus informadoras dedicadas a la agenda feminista y, desde que lo vemos, sentimos una especie de fascinación y flechazo. ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? Quizás ese puesto no tenga la intrepidez machirula del corresponsal de guerra, ni la elegancia cosmopolita y afrancesada del enviado en París, pero nadie puede negar que, tal como están las cosas, el trabajo está asegurado. Lo feminista vende, genera demanda. Eso sí, es muy importante no equivocarse en el género de la corresponsalía, porque se puede acabar escribiendo de la subida del precio del brandy Soberano, la nueva línea de Farias o sobre cómo evitar que la "mujer pícara" nos cargue de bolsas como a mulos de artillería.

La noticia que firma la "corresponsal de género" es sobre esa reforma del código penal, impulsada por el PSOE, que restringe el derecho de manifestación de los ciudadanos frente a las clínicas abortistas con el objetivo, dicen, de proteger a las clientas del acoso de la ultraderecha. Está bien redactada y convenientemente enfocada según la línea editorial del medio (hasta ahí bien), pero omite una vieja cortesía del periodismo, que no es otra que siempre hay que dar voz a las dos partes. La redactora ha hablado con una gran cantidad de fuentes que aprueban la reforma -incluido el rentable negocio privado que hace su agosto con esta práctica-, pero con ninguna de los antiabortistas. Suponemos que en eso consiste el "cordón democrático" que las fuerzas de progreso quieren imponer en España a todo aquello que ellos consideran "extrema derecha". Primero se les demoniza en los medios de comunicación hasta límites paródicos, luego se les retira el derecho de manifestación, después se les niega la voz y, finalmente... ya veremos. Cosas de la "desnazificación". Por lo pronto ya se anuncia el interés de ir más allá en la acción contra los grupos antiabortistas. Quién sabe, quizás en el futuro artículos como este ya no serán posibles y nos tendremos que ganar la vida como corresponsales de género. En peores ruedos hemos toreado, desde luego. El paraíso, el progreso perpetuo, el asalto a los cielos, la utopía igualitaria y todos esos asuntos tienen su precio. La Historia exige sus víctimas.

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