Cada vez que veo a alguien arreglaíto como pa’ ir de boda, me echo mano a la cartera. Es lo que tiene haber visto a mucha gente con corbata en trajes pulquérrimos a lo largo de mi vida. Curiosamente, el consenso en el vestir casi exige que alguien, para ser persona de bien o estar en el lado correcto de la Historia, debe llevar el dichoso adminículo hasta para visitar los dominios de la porcelana. Lo contradictorio es que hasta ahora no me he sentido estafado por nadie en mono de trabajo y con las uñas mugrientas, salvo alguna factura en un taller o una equivocación en una cuenta.

El último máximo exponente del corbatismo ilustrado es George Santos, Congresista de la cuna de la democracia (aquí vendría bien una intensa dosis de risas enlatadas), los gloriosos Estados Unidos de América. Según él, es hijo de inmigrantes brasileños, judío y egresado en la Universidad de Baruch. Unos estudios que le catapultaron hasta Wall Street, donde trabajó para gigantes financieros como Goldman Sachs o Citigroup. Tiene además una cartera inmobiliaria familiar de una decena de propiedades y una organización benéfica de rescate de animales. Maravilloso, si no fuera porque todo es mentira. O al menos forma parte de una realidad “creativa”.

Entre las mentiras que han salido a la luz también estaría una falsa herencia judía vinculada al Holocausto y una madre que supuestamente había muerto en los atentados del 11 de septiembre de 2001, que no falte de ná.

Todo dicho, obviamente sin un atisbo de decencia pero con semblante convincente y vestir impoluto. El sueño americano transmutado en Ser de Luz.

Obviamente, el caballero en cuestión manifiesta que todo es una conspiración para hundir su buen nombre (que a saber si es George o acaba siendo cualquier otro, que los nombres los carga el diablo).

Es como la invasión de selfmademen que tenemos en redes sociales. Gente victoriosa y orgullosa de serlo que se levanta a las 6 de la mañana y a las 8 ya ha corrido media maratón, ha hecho el amor tres veces, colaborado en varias ONG y desayunado pan proteico amasado mientras amamantaba a dos cachorros de león. ¿Ante ese despliegue de logros y energía qué podemos hacer nosotros salvo rendirnos a su superioridad moral? Bueno, pues siempre nos queda el recurso de decir lo mismo y ya. Lo digo más que nada por si coincide y vemos a alguien muy guapo/a que con sonrisa amplia vende los logros de su ideología y de su esfuerzo sin límite aunque la realidad vaya en un mundo paralelo. Para lelos y lelas en general si somos más rigurosos.

Y no sé, pero me da la impresión de que últimamente vamos sobrados de personajes de ese jaez que aparecen en manadas en los medios, que nos hablan de las maravillas de su forma de ser, de lo bien que nos va a ir con ellos/as y de que confiemos nuestras almas y nuestros votos, que ya ellos si lo ven apropiado nos mearán encima y dirán que llueve.

Pero con una esplendorosa sonrisa y una corbata a juego porque alguien tan arreglaito no puede engañarnos con la desfachatez de un descamisado.

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