Paco Guerrero
De Regalarte
LA expresión "hacer un brindis al sol" alude a que alguien está haciendo o afirmando algo de cara a la galería, esto es, a sabiendas de que va a incumplir lo que promete. Los políticos recurren constantemente a esta técnica de emplear falsos ofrecimientos para tener contento al electorado en la confianza de lo olvidadizo de su memoria.
Como otras muchas frases del castellano, esta tiene su origen en el mundo taurino y remite al momento en que el torero brinda la muerte del toro. En teoría se podría hablar, como enuncia la frase, de un brindis a (los tendidos) de sol pero resultaría excepcional que un diestro dedicase su faena a una porción del público cuando solo con girarse en redondo puede hacer extensiva su ofrenda a toda la concurrencia y así predisponerla, al menos de entrada, a ser condescendiente con la lidia que haga del astado de turno. Más probable, sin embargo, es que la frase aluda a aquellas determinadas ocasiones en que en lugar de consumar la faena de muleta, como suele ser habitual, bajo los tendidos de sombra, el torero ya sea por una perentoria necesidad de triunfo o por ser consciente de sus propias limitaciones, busca la simpatía y complicidad de los espectadores de la andanada del sol, sabedor de que allí se asientan las clases populares, se supone que menos entendidas en el arte de Cúchares y, por tanto más propicias a aplaudir un toreo cómodo y efectista que apenas combine unos cuantos mantazos con algún que otro airoso desplante.
Aunque por diferentes razones, en el reciente debate de investidura hemos visto como dos de los líderes políticos han buscado descaradamente los "terrenos del sol" (manifestando ambos que son los problemas de la gente -y nos sus ansías de poder- lo que les quita el sueño) para obtener el aplauso fácil de los graderíos. Al candidato a presidente, un diestro poco placeado, el morlaco le venía grande y recurrió a la faena de aliño para esconder sus carencias de lidiador. En cuanto al cabecilla de Podemos, sus formas esperpénticas y populistas recordaban vivamente el toreo estilo "salto de la rana" de El Cordobés o El Platanito. El mandamás del PP, este sí, un torero con arte y enjundia, tiene el hándicap de que es vox populi que hace trampas ya que sus toros saltan al ruedo afeitados por la enorme lima de la corrupción. El único diestro del debate con duende, con inspiración y pellizco fue el líder de Ciudadanos. Lo complicado para su futuro es saber si el aborregado público de una plaza de tercera como es España ha sabido reconocer la maestría y la solvencia (políticas) del joven debutante.
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