Tierra de palabras

Autocuidado

Soy de las que aprendió que llegamos a esta experiencia de vida con todos los dones dados

Cuando hablamos del autocuidado las primeras evocaciones que proyectamos son las de un baño relajante, una visita a un spa, un buen masaje… y no dudo que valdrían, pero no fue ese el principal enfoque que le quise dar al tema expuesto en el grupo de trabajo del que formo parte como facilitadora; me propuse aportarles nuevos conocimientos no solo a través del estudio, sino, principalmente, por pura experiencia, que a fin de cuentas es la mejor manera de comprobar que la teoría es válida. "Inclúyete en tu lista de personas a cuidar en tu vida"; esta fue la reflexión de la que partió toda la elaboración de la metodología y los objetivos para el mes del autocuidado.

Soy de las que aprendió que llegamos a esta experiencia de vida con todos los dones dados. Otra cosa bien distinta es que desaprovechemos las múltiples oportunidades que las vivencias nos ofrecen para desplegarlos.

Acudiendo a las fuentes que me nutren y enseñan, en uno de los últimos vídeos de Lola Bastos, mujer de ancha visión con la que resueno muy a menudo, lo primero que me llama la atención es el título de la grabación: "Pide por esa boca". Fue solo leerlo cuando hice mi primera parada reflexiva antes de seguir escuchándola. De toda la información ofrecida en algo más de siete minutos, quiero destacar la idea que se me mostró más reveladora, quizás porque me sea necesaria darle una vuelta en mi propia vida. Venía a decir que lo mismo que para nosotros es gratificante dar, también cuando tú pides estás haciendo que otro se gratifique dándole la oportunidad de ofrecerte lo pedido. Si nos creemos autosuficientes estaremos privando a otros del placer de dar. Y como bien afirma, hay que pedir por la boca sin temor a que el otro no quiera complacer nuestra petición, ya que puede que sea esta la causa de más peso por la cual no pedimos.

Pensando en ello mientras preparaba el encuentro y viendo la manera de cómo yo lo enfocaría, llegué a la conclusión de que para saber cuáles son nuestras necesidades, el primer paso es habitarnos y descubrir, desde la honestidad, qué necesito realmente ya que muchas veces pedimos cosas que en el fondo no queremos o rechazamos otras que profundamente necesitamos. Si no nos habitamos no aprenderemos a expresar nuestras auténticas necesidades y esto puede generar que anide un vago rencor que impedirá que fluyamos.

Aprender a pedir sería un buen comienzo para el autocuidado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios