La telebasura, así a pelo, cultiva poco, pero entretiene. Dicen. También adocena y embrutece. Dicen también. Hablo de oídas.

Mi alumnado del Aula de Mayores de la Universidad de Cádiz (UCA) en el Campo de Gibraltar no puede dedicar su tiempo a Tele 5, ya que tiene clases a las 17:30 los lunes, miércoles y jueves, entre noviembre y mayo, en el edificio de I+D+i del Campus Tecnológico de Algeciras (Av. Capitán Ontañón, junto al parque María Cristina), aunque desde las cinco ya están metiendo ambiente en ese moderno centro universitario.

Tienen 55 años (mínimo requerido para su matriculación) o más, no se les pide ninguna titulación previa y, algo que resulta popular entre ellos, no se les ponen exámenes. Solo algún profesor especialmente malvado se atreve, aunque suelen aprobar todos porque, a veces, se chivan las respuestas.

Tampoco se les ponen deberes para casa. Más bien al contrario, ya que son ellos los que demandan información y documentación extra sobre lo que se trabaja en clase. O directamente realizan encargos al profesorado.

Sus principales preocupaciones al respecto son llegar a tiempo para coger buen sitio y ubicarse, los más prudentes, en las posiciones ideales para que el de Patrimonio no se dé cuenta de que están presentes y les pueda preguntar algo. Y pasarlo bien. Muy bien, que es la clave del éxito de este gran invento, en el que colaboro desde su implantación en el Campo de Gibraltar hace 15 años y del que actúo de embajador oficioso. De camino, formarán parte de la Asociación Julia Traducta, el ideal complemento cultural, viajero y de dinamización social de lo que les estoy contando hoy.

Es fácil: Vd. se preinscribe desde hoy hasta fin de mes (o anima a sus padres o a los colegas que buscan nuevas experiencias) en la web de la UCA, en el Área de Gestión de Alumnado. Después se matricula entre el 18 y el 28 de octubre. Y cualquier duda se la resuelven en el 956 02 8187.

En las sociedades primitivas, los mayores siempre compusieron los consejos de sabios. En la actual, son el alumnado sabio de mis clases, increíble contraste con los jovencitos a los que me empeño heroicamente en formar en mis sesiones de la mañana.

Por eso, en estas fechas suelo escribir en la prensa sobre el Aula Universitaria de Mayores. Puro proselitismo. Con el deseo íntimo de que se animen a inscribirse en esta aventura del saber, de la experimentación (quizás otra vez) de la vida académica, del repentino rejuvenecimiento anímico, de la sorpresa que cada tarde les puede deparar el profesor de turno. O, como mi hijo cuando se apuntó en la tuna de Ingenieros de Granada, para pasarlo estupendamente con la excusa de estar en la Universidad. Por favor.

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