Un evocador recorrido por la Historia con Corinna Ramognino, la madrina del nuevo Olterra de la Marina Militare italiana
Entrevista | Corinna Ramognino, nieta de Antonio y Conchita Ramognina, impulsores de la base secreta Villa Carmela
La joven italiana visitó la base secreta de Puente Mayorga y el muelle de Algeciras desde donde actuaba el Olterra
Algeciras revive la historia secreta de la II Guerra Mundial con las Jornadas Giulio Pistono
Es indudable que, además de sus ojos, tiene la impronta de su abuela Conchita, a la que tuve la fortuna de entrevistar hace ahora la friolera de treinta años. Indiscutiblemente dulce de fondo y forma, Corinna Ramognino es también una mujer de carácter, de sólida formación académica, que domina varios idiomas entre ellos el ruso y que, según quienes mejor la conocen, desde muy joven ha demostrado pisar fuerte a la hora de enfrentarse a la vida o decidir su destino. No se puede negar por tanto que es digna nieta de Antonio y Conchita Ramognino, el joven matrimonio hispano-italiano que durante la Segunda Guerra Mundial convirtió Villa Carmela (Puente Mayorga, San Roque) en una de las bases secretas más efectivas de la Marina de guerra italiana en su lucha con la Royal Navy.
En opinión unánime de todos los participantes, su presencia como invitada especial en las Jornadas Históricas 'Giulio Pistono', celebradas recientemente en Huerta Grande (Algeciras), ha contribuido a hacer de esta su tercera edición una experiencia inolvidable.
Pregunta - ¿Qué impresiones te ha producido esta experiencia?
Respuesta -Todo ha sido muy fuerte para mí. Una especie de dejà vu, un reencuentro con lugares, emociones y hechos que siempre he sentido parte de mí. Por eso me permito hablar de reencuentro. Escuchar las diferentes conferencias, en especial la dedicada al papel jugado por mis abuelos Antonio y Conchita en la creación y empleo de las bases secretas del mercante 'Olterra' y de Villa Carmela, me ha permitido componer finalmente todos mis recuerdos siguiendo una secuencia cronológica. Tengo la impresión de que ahora, todo ha quedado en el lugar que le correspondía.
Conforme describías los detalles de tu encuentro con mi abuela en 1998, la imagen que ofrecías de ella se ha ido fundiendo con la que yo tenía de niña haciéndome entender muchos de los matices de su intensa personalidad. En cierta forma, ha sido como completar un puzzle; un puzzle en el que esa historia, digamos oficial, esa que se recoge en los documentos, se ha ido entrelazando con mis recuerdos familiares y con las sensaciones que me ha producido la visita a los lugares relacionados con los hechos.
P- ¿Qué imagen te llevas de tu abuela?
R - Para mi ha sido como cerrar un círculo; un círculo mágico a través del cual todo lo relacionado con mis abuelos se ha vuelto de pronto mucho más cristalino, mucho más vivo, mucho más intenso. Tengo la sensación de que, al repasar lo que mi abuela había vivido con sólo veinticinco años, poco más joven que yo, he podido finalmente conocerla en toda su dimensión e incluso confirmar algunas cosas que yo siempre había intuido.
Hasta este momento, la imagen que tenía de mi abuela era la de alguien entrañable que sentía una adoración y un cariño muy especial por mi pero ahora he comprobado que también conservaba el espíritu recio e indómito de sus años jóvenes. Sin embargo, de la apasionante historia que había protagonizado junto a mi abuelo durante la guerra apenas si me habían llegado unos retazos, un par de comentarios por aquí y por allá y lo que pudiera sugerirme la presencia en su casa de ciertos objetos, fotografías y documentos que ahora se han vuelto intensamente evocadores.
P - ¿Nunca trascendió nada de aquellos años?
R- Recuerdo por ejemplo que en el salón de la casa se encontraba un cuadro de la bahía de Algeciras con el Peñón al fondo y también la brújula del Olterra, sobre la que había una placa metálica en la que se daba referencia de su origen y del empleo de este mercante como base secreta. Esta brújula fue donada tras su fallecimiento y hoy se encuentra, junto al torpedo de Teseo Tesei que apareció en La Línea, entre los objetos más venerados de la 'Sala de los héroes' existente en la sede del mando de las fuerzas especiales de la Marina Militare italiana dentro de la fortaleza de Varigano en La Spezia.
No obstante, he de confesar que durante mi niñez no dejé de contemplarla como un juguete. Me encantaba encender sus luces o hacer hueco con las manos y mirar para ver dónde estaba el norte… Por supuesto también leí esa placa que hablaba de los hechos protagonizados por mis abuelos en relación con el Olterra. Pero por aquel entonces, todo eso me sonaba como algo muy lejano; una especie de vieja leyenda familiar por cuyos detalles nunca pregunté.
P - ¿Qué puede contarnos de sus abuelos?
R - Mi abuelo Antonio Ramognino, un ingeniero nacido Génova, había fallecido cuando yo tenía dos años; en cambio mi abuela Conchita, que era de origen valenciano, le sobrevivió algo más de siete años, dándome así la oportunidad de tener memoria de ella aunque, esta se encuentre limitada a los recuerdos de una niña. Mi abuela nunca me habló de aquel episodio en España, ni cómo se conocieron o como fueron sus primeros años de casados. Pero sí sabía que habían permanecido durante un tiempo residiendo en Barcelona y también que, de cuando en cuando, mi abuela recibía una llamada procedente de una hermana que seguía viviendo en Valencia.
De hecho, la práctica totalidad de mis recuerdos están ligados a su villa de Génova-Pegli donde yo acostumbraba a visitarla. La casa aún existe y sigue siendo propiedad de la familia. Cuenta con dos plantas y recuerdo que mis abuelos vivían en la planta superior. Esta estaba estructurada en torno a dos grandes salones y en uno de ellos había una hermosa chimenea. Por tu descripción, allí fue donde os conocisteis [la entrevistada hace referencia a los detalles que ofreció Alfonso Escuadra durante las jornadas]. Estos dos salones llevaban hasta un tercero, orientado hacia el sur, que daba directamente a una terraza desde la que se tenía una vista magnífica de la bahía. Pues bien, en este último salón, al que todos llamábamos “el tren”, había dos divanes situados uno frente al otro en los que yo acostumbraba a sentarme con mi abuela. Allí es donde se localiza el primer recuerdo que tengo de ella.
Fue sentada en aquellos divanes donde charlábamos, donde me enseñó a hacer punto y a hablar en español. Mi abuela se empeñaba en que nuestras conversaciones fuesen siempre en español y así fue como aprendí ambas cosas. Cierto que, tras su fallecimiento, no volví a hacer punto, pero lo que sí hice fue seguir practicando el español; una lengua que me siento muy orgullosa de hablar con fluidez y que considero parte consustancial de mi herencia familiar.
P- ¿Cuál ha sido el impulso que finalmente te ha llevado a viajar hasta aquí?
R - La verdad es que, conforme iban pasando los años, iba aumentando mi deseo por conocer esa parte apenas conocida del pasado familiar; el paso de mis abuelos por esta comarca y sobre todo, su participación en aquel episodio de Villa Carmela y el Olterra. Es fácil entender mi emoción cuando mi madre me habló de que en Algeciras se pensaban celebrar unas Jornadas Históricas dedicadas a las acciones de los medios de asalto italianos en la Bahía y en las que se iba a tratar precisamente de mis abuelos.
No obstante, he de confesar que al principio me preocupaba el hecho de que mi presencia pudiese no encajar demasiado dentro de un ámbito restringido a un grupo de investigadores y expertos en la materia. Pero cuando me enteré de que entre las actividades a realizar se encontraba una ruta que, entre otros lugares, incluía Villa Carmela, Huerta Grande o el punto de atraque del Olterra, me dije a mi misma: “Tengo que estar allí como sea”. Así que me puse en contacto con la organización y aquí me planté.
P- ¿Antes de esta ocasión habías intentado descubrir un poco más de su historia?
R - Durante un viaje a España en 2016 conseguí encontrar el domicilio de Barcelona en el que habían vivido antes de su retorno a Italia en plena Guerra Civil; y durante mi primer viaje al Campo de Gibraltar en 2020, me empeñé en visitar Gibraltar, Algeciras, San Roque o La Línea. En aquella ocasión, sólo pude ver Villa Carmela desde el exterior. Además, al ir un poco a ciegas, lo cierto es que sólo alcancé a tocar la superficie de aquella historia. Aún así, todo ello demuestra que, ya entonces, la tarea de reencontrarme con el pasado de mis abuelos se había convertido en una necesidad vital.
P- ¿Tras participar como invitada de honor, cuál es tu balance de esta experiencia?
R - Lo primero es que el interesante contenido de las diferentes conferencias, la exposición monográfica, las visitas programadas y el resto de las actividades nos han permitido, hablo por mí y por los miembros de mi familia que me acompañaron, no sólo profundizar en la significación histórica de aquellos hechos, sino adentrarnos en la componente más íntima y personal de algunos de sus protagonistas, como fue el caso de mis abuelos o del propio Giulio Pistono. Y es que detrás de los hechos históricos siempre están las personas.
En este sentido, el que las jornadas estuviesen ubicadas en la que fue la residencia de este último contribuyó a generar una atmósfera verdaderamente muy especial que todos los presentes pudieron percibir y de la que yo particularmente disfruté con intensidad. Por otro lado, en lo que se refiere a la ruta, sólo puedo decir que ha sido entonces cuando realmente he podido recorrer los escenarios donde se desarrollaron los hechos sacándole todo el partido; unos lugares que, desde ese instante, se han vuelto tremendamente evocadores para mi.
P - ¿Cuáles han sido los momentos más emotivos?
R - Uno de los momentos más emotivos ha sido la visita a Villa Carmela. A pesar de los cambios que ha sufrido la casa en su distribución interna, cuando he penetrado dentro de la habitación donde se encontraba la chimenea, se ha desplegado ante mi la imagen de mi abuela recogiendo los envoltorios de las mignatas o de las latas de grasa mientras aquel puñado de jóvenes buceadores se colocaban su equipo de combate. No he podido sino esbozar una sonrisa recordando el carácter decidido y apasionado de mi abuela.
También me ha hecho mucha ilusión fotografiarme tras la reja de la misma ventana de la casa que lo había hecho ella en el verano de 1942. Mientras posaba, me he fijado en que el trenzado y las volutas que la adornan son idénticas a las que había en las puertas de un enorme armario que mi abuelo había construido para el salón principal y que era donde mi abuela guardaba la caja de las galletas con chocolate que me daba para merendar.
Una emoción similar me embargó cuando me fotografié en el puente de Puente Mayorga, aquel bajo el que habían pasado los incursores italianos camino de la playa, colocándome justo en la misma posición que mi abuela ochenta y tres años antes. Fue en ese preciso momento cuando comencé a tener la sensación de estar reencontrándome con ella y cerrando ese círculo vital con mis orígenes al que me referido antes.
P- ¿Qué otros momentos o lugares te llevas para el recuerdo?
R - Entre los lugares visitados no quiero olvidarme del punto del muelle de Algeciras donde el mercante Olterra había permanecido atracado mientras servía de base secreta a los maiali italianos. No dejé de pensar que desde allí, un puñado de jóvenes valientes -más o menos de mi edad- se habían echado al mar para ejecutar unas acciones tan innovadoras como arriesgadas. Y así, a pesar de los cambios impuestos por el paso de los años, no dejaba de pensar en que lo que se ofrecía a mis ojos, eran las mismas aguas, la misma silueta del Peñón de Gibraltar y el mismo paisaje que mis abuelos habían contemplado ocho décadas atrás. Todo ello me causó una íntima y profunda emoción.
Pero en este caso había algo más. Me complace mucho decirte que, en calidad de única descendiente directa de Conchita y Antonio Ramognino y teniendo en cuenta que mi abuelo había sido quien en su día había propuesto el empleo del aquel buque como base secreta, la Marina Militare italiana acaba de comunicarme su decisión de que sea la madrina del nuevo navío de apoyo al arma submarina que, con el nombre de Olterra, va a ser bautizado el próximo otoño.
P - Enhorabuena ¿Cómo te enteraste y cómo te sientes al respecto?
R - Me llamó un Comandante de la Marina para darme la noticia y me dijo que, a partir de ese momento, mi nombre quedaría vinculado para siempre al de ese navío y a la historia que atesoraba. Y he de confesar que fue algo que asumí con responsabilidad y también con un íntimo orgullo, porque era consciente que aquel gesto, la constituía un postrer reconocimiento a los servicios prestados a Italia por mis abuelos; servicios que habían tenido el Campo de Gibraltar y la Bahía de Algeciras como escenarios.
Regreso a mi país profundamente satisfecha, muy emocionada con todo lo vivido y con la esperanza de que no sea esta la última vez que disfrute de la evocadora atmósfera que ha dominado mi estancia en esta zona durante estas III Jornadas 'Giulio Pistono'. Mi más sincero agradecimiento a todos los que lo han hecho posible.
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