Diez años sin Imperio Argentina
Se cumple el décimo aniversario de muerte de la artista, aunque su historia sigue más viva que nunca
Un mito, una leyenda atemporal y sobre todo una artista. Así se puede definir a Magdalena Nile del Río, quien ha pasado a la historia como la gran Imperio Argentina. El próximo jueves se cumple el décimo aniversario de su muerte, un tiempo en el que lejos de pasar al olvido, Imperio sigue más presente que nunca en el panorama artístico gracias a su extenso legado de películas y discográfico.
Magdalena o Malena, como era conocida por sus allegados, nació en el popular barrio de San Telmo de Buenos Aires en 1910, aunque siempre estuvo muy vinculada a España y en especial a Málaga, donde pasó sus últimos años, más concretamente en Benalmádena. De hecho, cuando se apagó su voz a los 92 años, en su féretro, por expreso deseo de la diva, se metieron las banderas de sus dos patrias. Con apenas cuatro años se subió al escenario por primera vez y poco a poco, sin descanso, se fue labrando un nombre que se ha convertido en uno de los más emblemáticos del panorama artístico. También es uno de los más galardonados, pues cuenta con una estrella en el Paseo de la Fama de Madrid, un Goya de Honor, un premio Ondas y una medalla de oro y brillantes de la reina Victoria Eugenia, entre otros muchos reconocimientos.
"Era un mito, una mujer excepcional y universal. Ella era una artista con mayúsculas", explica Fernando Luis Aisa, quien fuera su secretario desde 1992 hasta su muerte y que actualmente es el propietario de su legado. Su madre malagueña y su padre llanito, es decir, de Gibraltar, marcaron su vida y sus ganas de subirse a un escenario. Fue el propio Jacinto Benavente el que la bautizó como Imperio Argentina, ya que hasta ese momento era conocida como La Petite Imperio. Benavente eligió este nombre al comprobar que la pequeña Malena estaba cuanto menos a la altura de otras dos divas de la época: Pastora Imperio y La Argentinita. Fusionó los dos apodos y así surgió el nombre artístico que le aportaría fama mundial.
Cuando contaba con 21 años el director Florián Rey la eligió para formar parte del elenco de La hermana San Sulpicio, de la que luego se hizo una versión sonora. A esta cinta se unieron posteriormente otras como Melodía del arrabal con Carlos Gardel, Nobleza baturra, Ama Rosa, Morena Clara o Cinépolis. El cine siempre tuvo un papel esencial en su vida y de hecho Aisa afirma que ha sido la artista más longeva que ha seguido trabajando. "Fue la segunda artista española que actuó en el Carnegie Hall de Nueva York en el año 1952. Ella se definía como actriz y cantante, todo lo que hacía lo hacía bien", la alaba su antiguo secretario. Es más, fue la única mujer que llegó a cantar con Gardel.
Su éxito y su belleza la llevaron a protagonizar uno de los momentos por los que será recordada y quizás uno de los más controvertidos. Adolf Hitler fue un gran admirador de la artista, por lo que organizó expresamente una fiesta en su honor en Alemania. En mitad de la celebración, Hitler le propuso protagonizar la biografía de Lola Montes, aunque Imperio, mujer de carácter donde las hubiera, rechazó el papel al considerar que la cinta estaba teñida de política. En la casa de Fernando Luis Aisa aún se pueden ver las invitaciones de aquella fiesta e incluso una pequeña foto de Goebbels, el cerebro de la propaganda nazi, con su dedicatoria personal. Durante su estancia en Alemania, más concretamente en los estudios UFA, coincidió con la inolvidable Marlene Dietrich.
Pero no sólo el cine la hizo internacionalmente conocida. Imperio cuenta en su haber con grandes temas como es el caso de El día que nací yo o Antonio Vargas Heredia, canciones que se transmitieron de generación en generación. Sin embargo, Fernando Luis Aisa asegura que le gustaba cantar otros temas menos conocidos de su repertorio. "Ella admiraba el arte en general. Eso sí, nunca quería ver sus películas ni oír sus discos", cuenta el ex secretario, quien también afirma que en sus gustos era "exquisita" debido a su perfeccionismo y a carácter exigente.
Su público, al que ella tanto quería, siempre la apoyó. En Málaga encontró el hogar donde pasó los últimos años, pues le gustaba tanto el carácter de la gente como el clima y la gastronomía. El secretario recuerda que el día de su fallecimiento la gente se echó a la calle para recordarla. "El pueblo sí la reconoció, pero tengo que decir que España no valora a sus artistas", opina. Malena se sentía malagueña y por ello está enterrada en la localidad costasoleña, en el cementerio internacional que se encuentra en el pueblo.
Detrás de los focos Imperio Argentina también tuvo también una vida intensa. Se casó en dos ocasiones, primero con el cineasta Florián Rey y después con Ramón Baíllo Pérez-Cabellos, quien había heredado el título nobiliario de conde de las Cabezuelas. Sin embargo, tal y como recuerda Aisa, el gran amor de su vida fue Rafael Rivelles, si bien Malena siempre decía que "el amor se acaba". "Tuvo dos hijos y fallecieron. Su hijo se suicidó con 24 años y su hija murió a los 49. Pese a todo, ella siempre decía que no había que hacer tragedia de la tragedia", recuerda el albacea de su legado. Esa frase demostraba el inquebrantable carácter de la diva y la fortaleza con la que afrontaba los avatares del destino. Su voz se apagó hace diez años, aunque su eco seguirá llenando los rincones de los escenarios.
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