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Víctor Manuel se desnuda en La Línea

El artista asturiano canta su vida en el auditorio del Palacio de Congresos y Exposiciones ante un público que no llegó la sala pero que se entregó al cantante desde el primer minuto. Interpreta más de 30 temas

Víctor Manuel, exultante en un momento de su actuación en La Línea.
E. Reyes / La Línea

31 de enero 2010 - 05:00

Víctor Manuel ofreció ayer un emotivo concierto sobre las tablas del auditorio del Palacio de Congresos y Exposiciones de La Línea, que aunque no se llenó sí contó con un público fiel al popular cantante asturiano.

Con puntualidad casi británica, Víctor Manuel apareció en el escenario unos minutos después de las nueve de la noche. Vestido de color oscuro y acompañado por una guitarra, el cantante entonó un tema sobre su infancia, iluminado mientras el resto de la escena permanecía en penumbra.

A su término y mientras los primeros y sonoros aplausos seguían sin apagarse, el artista nacido en Mieres presentó a los dos músicos que le acompañan en esta gira, uno a la guitarra y el otro al piano.

Poco a poco, Víctor Manuel fue haciendo un recorrido por su trayectoria musical, tan marcada por sus propias vivencias y su compromiso. Aunque de forma figurada, el artista se desnudó ante el público, aunque no sólo cantando, ya que casi cada tema era presentado por el intérprete cual trovador, con episodios y secuencias del camino recorrido.

Víctor Manuel trajo ayer a La Línea la gira Vivir para cantarlo, con la que sobrevuela toda su carrera. El cantautor retomó en diciembre un tour que comenzó en febrero del año pasado y en el que realiza "un repaso íntimo" por su cancionero, además de explicar cómo surgieron esos temas, algunos conocidos y grandes éxitos y otros no tanto, desde que comenzó su andadura profesional en 1967 hasta la actualidad.

Con una dirección escénica sencilla y teatral, diseñada por José Carlos Plaza, y acompañado exclusivamente por unas guitarras y un piano acústico, Víctor Manuel expone y canta desde la corta distancia este recorrido que para nada marca un punto y final en su profesión, según él mismo ha aseverado.

Vivir para contarlo no es un repaso lineal y uniforme, aunque sí comienza con temas más bucólicos y nostálgicos de 1967. La evolución desde el primer álbum al segundo, radicalmente distinto, también se repasa en el concierto, en el que el cantante resume además el periodo de su vida en Méjico.

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