Narcotráfico
Los narcotraficantes recuperan por piezas las lanchas incautadas por la Guardia Civil

Haciendo justicia a Ricky Gervais

Carlos Colón

11 de marzo 2009 - 05:00

Lo primero es un brillante guión y una pulcra dirección debidas a David Koepp, guionista de gran prestigio y aún mayores éxitos (La muerte os sienta tan bien, Parque jurásico, Carlito's Way, The Paper. Detrás de la noticia, Misión Imposible, La habitación del pánico, Spiderman, La guerra de los mundos) que ya había apuntado maneras -que dicen los taurinos- en la dirección, con títulos como La ventana secreta. En los diez primeros minutos de película nos presenta a un sirvengüenza simpático que muere en un accidente y a un insoportable dentista misántropo que, tras sufrir un paro cardíaco, es capaz de ver a los muertos que, en número mucho mayor del que cualquiera pueda sospechar, vagan por Nueva York (lo que explica su título original Ghost Town -ciudad de fantasmas-, más apropiado que el de resonancias de comedia de Manolo Escobar y Concha Velasco que le han colocado en España) hasta que remedien los males que han causado en vida. Y he aquí que este antipático y maniático espécimen que elude todo contacto con los demás se ve perseguido por una horda de fantasmas pesadísimos que pretenden que solucione sus cuestiones pendientes. Especialmente por el del desahogado fallecido en el accidente de apertura de la película, que quiere impedir la segunda boda de su viuda. Koepp no se estrena en la comedia fantasmal, que ya abordó en El último escalón (como guionista y director) o en La muerte os sienta tan bien (como guionista). Ahora la lleva a la perfección como planteamiento argumental.

Lo segundo es la interpretación del gran guionista, productor, director y actor Ricky Gervais, que merecía -tras años de triunfar en la televisión y hacer papeles secundarios en cine- esta oportunidad de convertirse en intérprete de un largometraje.

El tipo misántropo, antipático, maniático y egoísta que crea con inmenso talento es el hallazgo que pone carne al excelente guión, la clave de esta divertida, inteligente y elegante película; y el ácido contrapunto que impide que algunos de sus hermosos desahogos románticos -muy bonitos, por cierto- le hagan caer en la cursilería. El resto de reparto -sobre todo Gregg Kinear (el desahogado), Tea Leoni (la viuda) y Aasif Mandi (el colega hindú)- le acompaña con talento.

Lo tercero es la dirección fotográfica del veterano Fred Murphy, un maestro de la luz que ha hecho inolvidables las imágenes de Cinco esquinas o Dublineses y aquí recrea el otoño neoyorquino con una luz precisa, transparente y limpia que da un suntuoso a la vez que muy sobrio acabado visual a la película. Por estas tres razones Ghost Town sorprende como una brillante e inteligente comedia que nos regala, envuelta en hermosas imágenes, la grandísima interpretación de un actor que merecía este ascenso a protagonista absoluto.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último

Cuentos del Natal

Obituario, 25-12-1999