Extraen individualmente los restos del solar de la Marina antes de reubicarlos

Cualquier trabajo que se realice con piezas que datan de épocas que los ciudadanos de a pie casi no podrían ni imaginar, requiere de un cuidado especial. Esto es lo que ocurre con los restos arqueológicos hallados en el solar de la Acera de la Marina, que tras su recuperación pretenden ser trasladados al paseo del Río de la Miel, justo a pocos metros del lugar donde se están llevando a cabo las labores de extracción.

El arqueólogo de la Fundación Municipal de Cultura José Luis Cano de Algeciras, Rafael Jiménez, explicó ayer a este diario que aún no se sabe cuándo se procederá a la reubicación de los restos califales encontrados, si bien el proceso no ha cesado sino que continúa pero de forma pormenorizada. En concreto, según detalló, las labores de recuperación dentro de la parcela tenían dos procedimientos posibles: el primero cortando los trozos con una máquina recuperando los bloques o, en segunda instancia, sacando piedra a piedra, lo cual supone una forma más delicada de llevarlo a cabo pero también implica más seguridad, y probablemente más tiempo.

En concreto son cinco las personas que están llevando a cabo estas labores, entre las empresas Arquesur y Kroll. La necesidad de probar los diferentes métodos posibles de extracción ha provocado que el proceso se alargue, si bien se trata de una actuación habitual, con lo cual actualmente el proceso se enmarca en la primera fase.

Un problema encontrado en este estudio de extracción motivó que la labor fuera llevada a cabo de forma individual. De modo que se tiene que descubrir uno a uno cada sillar, que suman más de 420 en el solar de la Marina. Éstos forman parte de un conglomerado de argamasa, que es un tipo de mortero empleado para construcciones, en especial en la época antigua creándose una mezcla para unir piedras para crear murallas y casas.

En la fase actual, tal y como explicó el arqueólogo municipal, se trata de recuperar los sillares, cuyo proceso está a punto de finalizar. Si bien, como se encuentra edificado en una zona litoral -recordando que el mar antiguamente llegaba a la altura de la avenida Virgen del Carmen-, se ha procedido a abrir una zanja para cimentar el firme y también se tendrán parte de los bloques sobre los que descansan los sillares, una vez se extraigan éstos últimos.

En este caso, como cauce natural del procedimiento de reubicación, una vez se recuperen los bloques se podrán colocar los sillares configurando el tramo de atarazanas en el paseo peatonal. Jiménez apuntó que los bloques tienen diferentes tamaños, desde 1,5 hasta 2 metros.

En el Río de la Miel ya hay un espacio reservado para este traslado que, como explicó Jiménez, se realizó por previsión ya que no se sabía cuánto tardaría el proceso de extracción. Así, una vez que se empiece esta fase se podrá vislumbrar una muralla de 18 metros de largo por 3 de ancho, que además tendrá una pequeña torre. La empresa Arquesur, una vez se sitúe en el paseo, realizará un trabajo de conservación preventiva, luego se limpiará y consolidará y, finalmente, se preservará su mantenimiento.

Jiménez, por otro lado, explicó que hubo problemas para la datación de los restos, de hecho se han enviado a Sevilla unas muestras. Aún así por el tipo de fábrica valoran que es idéntica a las del siglo X y XI de la época del Califato de Córdoba, así como recuerda al castillo de Tarifa. El arqueólogo precisó que algunas fuentes apuntan a que Abderramán III a principios del siglo X mandó la construcción de unas atarazanas en Algeciras, de modo que podría tratarse de una especia de astillero, porque en la época Almería y Algeciras eran los puertos más importantes del entorno del mediterráneo.