Corrientes, chulería y falta de control: las alertas en Santa María del Mar
El ambiente veraniego se complica entre música alta, juegos prohibidos y faltas de respeto. A pie de arena, la convivencia se resiente y la seguridad preocupa cada vez más
La indignación de un bañista de la playa de Santa María del Mar de Cádiz: "Estamos cansados de pelotazos"
La playa de Santa María del Mar, una de las más queridas de Cádiz, es desde hace años un punto de encuentro para familias, turistas y, especialmente, jóvenes gaditanos. Su popularidad no es nueva, pero en los últimos tiempos el ambiente se ha vuelto más tenso.
Con sus 850 metros de longitud y unos 50 metros de ancho, Santa María es un espacio compartido por públicos muy diversos. Pero lo que antes era convivencia, hoy empieza a ser motivo de conflicto.
“Edad del pavo”, dirán algunos. “Juventud, divino tesoro”, responderán otros. Lo cierto es que la juventud conlleva energía, alegría y, cada vez más, un aire de chulería. Este último, preocupa cada vez más usuarios habituales de esta playa.
Uno de ellos es Hugo Martínez Campo, monitor de surf y responsable de la escuela Revolcón. Gaditano de nacimiento, asegura conocer bien el terreno: “Esta playa la conozco perfectamente, llevo viniendo desde siempre”. Pero también admite que algo ha cambiado: “Personalmente no he tenido ningún problema con jóvenes ni con nadie. Trato de no meterme en lo que hacen los demás, aunque sí observo las situaciones. Hay adolescentes que no respetan a los socorristas. Ellos intentan sacar a la gente del agua cuando hay corriente, y muchos chavales les responden mal, les faltan al respeto. Eso lo he visto sobre todo este año; antes no era tan habitual”.
Martínez lamenta que la falta de respeto aparezca a edades cada vez más tempranas: “Antes el que te vacilaba tenía 25 años. Ahora tiene 15. Cuando yo era adolescente, había cosas que sabía que no debía hacer, aunque fuera rebelde. Ahora ves chavales que ponen música alta a tu lado, te llenan de arena al pasar, juegan a la pelota sin importarles si molestan. Y si les dices algo, se ponen chulos”.
La situación ha obligado a la Policía Local a tomar cartas en el asunto. Actualmente, está prohibido jugar a la pelota en Santa María del Mar. Quienes quieran hacerlo deben ir a la playa vecina, La Victoria, donde hay zonas deportivas habilitadas.
Martínez aprecia una diferencia clara entre ambos perfiles: “Los de la Victoria van más a hacer deporte: fútbol, vóley, calistenia… Se nota otra energía. En Santa María, en cambio, se dedican a jugar a la pelota y poco más. Y cuando se les prohíbe, se enfadan”.
A su juicio, la regulación actual no es suficiente. Reclama una presencia policial más firme y la aplicación efectiva de sanciones. “Si pusieran multas reales a quien incumple las normas, en un mes ya nadie lo haría. A lo mejor al chaval le da igual, pero cuando su padre reciba la multa, la cosa cambia”.
Martínez no duda al señalar el origen de muchos de estos comportamientos: las redes sociales. En su opinión, estas tienen demasiada influencia sobre los jóvenes: “Muchos chavales aprenden a ‘defenderse’ legalmente, pero desde la desinformación o lo que dicen los influencers. Eso les da una falsa sensación de poder y de impunidad”.
Pero la chulería no es el único riesgo. Santa María del Mar es también conocida por sus corrientes, a menudo subestimadas. Este verano ya se han producido tres fallecimientos en esta playa. Martínez critica la falta de señalización visible: “Hay un cartel grande, pero lo pusieron en la arena seca, donde cualquier sombrilla lo tapa. Deberían colocarlos en las entradas principales, donde todo el mundo los vea, como se hace en el norte. Si de verdad queremos prevenir, los avisos tienen que estar en sitios estratégicos”.
También denuncia que el servicio de socorrismo comience demasiado tarde: “Empieza el 15 de junio, pero ya en mayo hace calor y hay olas. Si la playa está llena y hay corrientes, tiene que haber socorristas. Es una cuestión de seguridad básica”.
Según explica el surfero, la zona más peligrosa de Santa María es el espigón derecho, mirando hacia el mar. Allí, con marea baja y oleaje, se forma una corriente intensa que arrastra fácilmente a los bañistas. "Muchos no saben cómo reaccionar y, al intentar nadar contra la corriente, se agotan rápidamente", afirma Martínez.
Hace apenas mes y medio, Martínez vivió una situación crítica. Tuvo que ayudar a rescatar a veinte adolescentes de entre 15 y 16 años que estaban atrapados en el agua: “No hicieron caso a nuestras advertencias. Media hora después estaban atrapados y gritando. Los surfistas tuvimos que actuar porque todavía no había socorristas. Éramos varios y cada tabla llevaba varios chavales agarrados”.
Este episodio pone en evidencia la necesidad de un mayor control en las playas durante las temporadas de verano. A pesar de ello, Santa María del Mar sigue siendo uno de los lugares favoritos de los gaditanos: “La playa sigue siendo familiar, pero esos comportamientos empañan un poco el ambiente general”, concluye Martínez.
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