Los eléctricos emiten en toda su vida un 73 por ciento menos que los de gasolina
Movilidad sostenible
Los coches eléctricos vendidos en Europa generan, de media, un 73 por ciento menos de emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de su vida útil que los modelos que tienen exclusivamente motores térmicos. Así lo concluye un nuevo informe del Consejo Internacional para el Transporte Limpio (ICCT).
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Los coches eléctricos vendidos en Europa emiten, de media, un 73 por ciento menos de gases de efecto invernadero a lo largo de toda su vida útil en comparación con los vehículos de gasolina o Diesel. Esta es la principal conclusión de un análisis realizado por el International Council on Clean Transportation (ICCT) o Consejo Internacional para el Transporte Limpio, que tiene en cuenta no sólo las emisiones realizadas durante la conducción, sino también las asociadas a la producción, uso y mantenimiento, así como el reciclaje de los vehículos y sus baterías.
El estudio desmiente una de las creencias más extendidas sobre la movilidad eléctrica: que la fabricación de baterías anula cualquier beneficio ambiental. Aunque fabricar un coche eléctrico -en particular, su batería- genera hasta un 40 por ciento más emisiones que uno con motores de combustión de gasolina, esta desventaja se compensa rápidamente. Según el ICCT, un vehículo eléctrico necesita recorrer apenas 17.000 kilómetros para igualar la huella de carbono de un coche convencional, algo que suele lograrse en su primer o segundo año de uso en Europa.
Una vez en circulación, las diferencias son claras. Considerando el sistema eléctrico europeo previsto para los próximos años, un coche eléctrico genera 63 gramos de dióxido de carbono por kilómetro, frente a los 235 gramos de uno de gasolina. Si se recarga exclusivamente con fuentes renovables, las emisiones pueden reducirse aún más, hasta los 52 gramos por kilómetro, lo que representa un recorte del 78 por ciento.
El informe examina, asimismo, otras tecnologías disponibles y marca distancias con ellas. De este modo, determina que los híbridos convencionales sólo logran una reducción de emisiones cercana al 20 por ciento, mientras que los híbridos enchufables rondan el 30 por ciento, en parte porque muchos de sus usuarios no los utilizan como eléctricos en el día a día al preferir evitarse la recarga de la batería enchufándolos a la red, que sería la utilización más conveniente desde muchos puntos de vista.
Los vehículos que funcionan con gas natural apenas consiguen una mejora del 13 por ciento, lo que resulta insuficiente para cumplir los objetivos climáticos europeos. En cuanto a los Diesel, el análisis concluye que su impacto climático total es prácticamente el mismo que el de los de gasolina.
En cuanto a los coches propulsados por hidrógeno tienen potencial para ser más limpios, pero eso depende en gran medida del tipo de combustible utilizado. Si el hidrógeno proviene de fuentes renovables, podrían reducir las emisiones hasta en un 79 por ciento, pero como la mayoría del que hoy se usa se obtiene a partir de gas natural, la reducción real se queda en torno al 26 por ciento.
ICCT también tiene en cuenta la opción de los combustibles sintéticos para los motores térmicos, que podrían acercarse al rendimiento ambiental de los eléctricos, aunque el informe advierte que, por ahora, su producción a gran escala es cara, ineficiente y poco viable.
Uno de los factores que más influye en la ventaja del coche eléctrico es la progresiva descarbonización del sistema eléctrico europeo. En 2020, el 38 por ciento de la electricidad ya procedía de fuentes renovables; para 2025 se espera que esa cifra suba al 56 por ciento y que supere el 85 por ciento en 2045. Esto significa que los eléctricos que se venden hoy serán cada vez más limpios a lo largo de su vida útil, algo que no ocurre con los vehículos de combustión.
Hay que acelerar la retirada de los motores térmicos
El ICCT también subraya la importancia de usar métodos realistas para calcular las emisiones. Algunas metodologías favorecen artificialmente a los híbridos enchufables, al asumir un uso idealizado de su modo eléctrico. Para el organismo, es fundamental basarse en datos que reflejen el uso real de los coches, teniendo en cuenta cómo evoluciona la red eléctrica y las costumbres de los conductores.
En línea con sus conclusiones, el ICCT pide a los gobiernos que aceleren la retirada de los coches de combustión, incluidos los híbridos, a más tardar en 2035. También propone endurecer los requisitos sobre la huella de carbono de las baterías e implantar un sistema armonizado en toda la Unión Europea para medir las emisiones de los vehículos.
“El análisis del ciclo de vida no es un juego donde cada fabricante elige el dato que más le conviene. Los consumidores merecen información rigurosa y basada en la ciencia”, afirma Georg Bieker, uno de los investigadores del ICCT. Su compañera Marta Negri añade: “Los eléctricos están mejorando más rápido de lo que esperábamos, y son claramente la mejor opción frente al resto de tecnologías disponibles”.
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