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El oscuro secreto de los cargueros: uno de cada quince marineros muere por suicidio o desaparece misteriosamente

Un informe de la OIT revela que el 6,5% de las muertes en buques mercantes son suicidios confirmados, mientras que el 22% son desapariciones sin explicación que podrían ocultar más tragedias

El párroco de los muelles

Marinero en el puente de un buque de carga usando binoculares. / S.R.M.

Las cifras son escalofriantes. De 403 tripulantes de cargueros fallecidos en el año 2023 en todo el mundo, 26 se suicidaron y otros 91 desaparecieron misteriosamente por la borda. Estos datos, recogidos en el primer informe global sobre mortalidad en buques de carga de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), destapan una realidad oculta tras las rutas comerciales que surcan los océanos: el 6,5% de las muertes corresponden a suicidios verificados y un preocupante 22% se clasifican como desapariciones misteriosas que podrían encubrir accidentes, homicidios o más muertes autoinfligidas.

Pabellones de conveniencia: la cara oculta del comercio global

Casi todos los grandes cargueros que navegan por el mundo operan bajo pabellones de conveniencia. Están matriculados en países como Panamá, Liberia o Chipre, ajenos a la nacionalidad real de la naviera, para beneficiarse de ventajas fiscales y, sobre todo, de regulaciones laborales más laxas: salarios mínimos, jornadas interminables y descansos insuficientes.

Como los barcos se rigen por la normativa laboral del país donde están matriculados, las retribuciones de los marineros oscilan entre los 658 y los 1.400 euros mensuales. La cifra más baja corresponde al salario mínimo establecido por la Comisión Marítima Paritaria de la OIT. En la gran mayoría de casos, estos marineros de petroleros, graneleros y portacontenedores trabajan para agencias de colocación que operan a nivel local. Las grandes navieras recurren a empresas de países en desarrollo, principalmente Filipinas (que aporta una cuarta parte de todos los tripulantes del mundo) e India.

Trabajador en un carguero realizando tareas de mantenimiento. / W.C.L.

Un convenio internacional poco garantista

Aunque el Convenio Internacional sobre el Trabajo Marítimo de 2006 es de obligado cumplimiento para todas las navieras, en la práctica resulta muy cómodo para el empresario. Deja a criterio de cada país la regulación salarial y tampoco es especialmente exigente con las jornadas laborales: establece un mínimo de 10 horas de descanso cada 24 horas y un máximo de 14 horas de trabajo diario, con un tope de 72 horas semanales.

Estas blandas exigencias, sumadas a la dificultad técnica del trabajador para denunciar abusos desde alta mar, convierten la relación contractual de los marineros internacionales en una de las más precarias que existen. La organización Freedom United lo define sin rodeos: "esclavitud en el mar" y "esclavitud moderna".

Enfermedades, suicidios y desapariciones

El informe de la OIT, todavía provisional, se ha elaborado con datos de 51 países. De las 403 muertes reportadas, la primera causa fueron las enfermedades (139 casos), principalmente accidentes cardiovasculares e infartos agravados por la exigencia física del trabajo, las jornadas prolongadas, el estrés crónico y el acceso limitado a atención médica en alta mar.

El número de suicidios, con 26 casos que representan el 6,5% del total de los fallecimientos, pone de relieve, a ojos de los expertos en salud, la tensión mental a la que se enfrentan muchos marinos

Pero son los suicidios los que encienden todas las alarmas. Con 26 casos confirmados (6,5% del total), los expertos en salud señalan la enorme tensión mental que sufren los marinos. Y hay más: de las 91 personas que desaparecieron misteriosamente por la borda, se calcula que muchas podrían corresponder también a trabajadores que decidieron quitarse la vida.

"El ambiente no es nada fácil"

"Los marineros tienen que convivir veinticuatro horas al día con compañeros no siempre amables, de diferentes nacionalidades, culturas y religiones, con los que a veces no pueden ni mantener una conversación por la barrera del idioma", explica a Europa Sur el sacerdote filipino Jovannie Postrano, afincado en Algeciras, que visita cada día a los tripulantes de los portacontenedores que recalan en el puerto. "Sus familias, para colmo, están muy lejos: pasan muchos meses sin verse y también, en algunos casos, sin poner nunca un pie en tierra firme", añade.

El sacerdote filipino Jovannie Postrano, afincado en Algeciras. / E.S.

Está clínicamente documentado que los marineros de cargueros sufren estrés, ansiedad y, sobre todo, depresión y trastornos del estado de ánimo con una incidencia mucho más alta que cualquier otro colectivo laboral. Las causas son múltiples: sobrecarga de trabajo, aislamiento social, exposición a condiciones ambientales adversas, prolongada ausencia del hogar y falta de descansos adecuados, según denuncia la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte, que ofrece programas de apoyo psicológico y acceso a recursos de salud mental.

El espacio reducido en el que trabajan y conviven las tripulaciones, las habitaciones compartidas o las nuevas instalaciones portuarias cada vez más alejadas de las ciudades contribuyen a que los episodios de estrés, ansiedad, depresión y pérdida del sentido de la realidad se manifiesten de forma virulenta, según la plataforma para profesionales del mar Ingeniero Marino.

Vikand, uno de los principales proveedores internacionales de atención médica a tripulaciones de buques mercantes y cruceros, insiste en que "el suicidio en el mar ya no debe ser una cuestión oculta". La compañía propone priorizar el bienestar a bordo y garantizar que todos los marinos tengan acceso al apoyo que necesitan, antes de que sea demasiado tarde.

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