El mar también tiene sus kamikazes: exigen endurecer la titulación para conducir motos de agua tras los últimos accidentes mortales

Vecinos de Algeciras denuncian las maniobras temerarias de las motos de agua y las lanchas que ponen en riesgo bañistas y otras embarcaciones

La Asociación Española de Consumidores pide una titulación más exigente y controles policiales más severos

Denuncian el peligro de las motos de agua en la playa del Rinconcillo por la falta de balizas y vigilancia

Vecinos de Algeciras denuncian las maniobras temerarias de las motos de agua y las lanchas que ponen en riesgo bañistas y otras embarcaciones.
Vecinos de Algeciras denuncian las maniobras temerarias de las motos de agua y las lanchas que ponen en riesgo bañistas y otras embarcaciones. / Andrés Carrasco

En la mar también hay domingueros. No llevan sombrilla ni nevera, pero se hacen notar. Dejan estela. Literalmente. A veces, también cadáveres.

Cada verano, muchos puntos de la costa andaluza se convierten en un tablero de juego en el que conviven –no siempre en armonía– embarcaciones familiares, nadadores, tablas de paddle surf y kayaks. La imagen es de postal hasta que irrumpen ellas: las motos de agua y las lanchas motoras, tipo Phantom. Llegan rugiendo, escupiendo espuma y cortando el horizonte con esa arrogancia mecánica que parece creerse por encima de todo –y de todos–.

“Pasan entre barcos fondeados como si fueran conos de un circuito. A toda velocidad, muy cerca de donde nadan niños o donde uno intenta simplemente estar en paz. A veces se organizan verdaderos altercados, con gritos, amenazas y hasta lanzamiento de latas”, relata un veterano patrón que muchos fines de semana echa el ancla en la ensenada de Getares, en Algeciras.

En esa franja litoral, entre 20 y 50 embarcaciones recreativas se dan cita los sábados y domingos para pasar el día. Pero el ambiente cambia cuando aparece el zumbido seco de las motos acuáticas, que convierten el agua en un asfalto líquido.

Las normas dicen que las motos y lanchas deben navegar a una velocidad máxima de 3 nudos (5,5 km/h) al acercarse a zonas de fondeo o a menos de 200 metros de la costa. Pero muchos pilotos circulan a 50, 80 nudos, o lo que les permita la máquina. Y lo hacen sin respetar distancias mínimas, sin conocer bien las normas y, a menudo, sin más titulación que un brevísimo cursillo de seis horas.

“El curso consiste en darte un paseíto en barco con un patrón autorizado que, si te explica algo, te habla de cómo llevar el móvil seco o de cómo lanzar una bengala. Nada más. Sales con tu licencia de navegación, el antiguo titulín, y ya puedes manejar una moto de agua sin límite de potencia. Ni exámenes ni formación seria. Así estamos”, lamenta el mismo patrón algecireño.

Carreras ilegales sobre el mar: motos de agua y lanchas siembran el caos en Getares / Andrés Carrasco

Revisión urgente de la normativa

Los resultados están a la vista. El pasado sábado 29 de junio, en la cercana Manilva, una mujer murió al colisionar la moto de agua en la que viajaba con una lancha. Iban en grupo, eran amigos. Uno dio un viraje. El otro no pudo evitar el impacto. El conductor de la lancha fue detenido: dio positivo en alcoholemia. No es un caso aislado. En el verano de 2024, dos personas fallecieron por siniestros similares en la Costa del Sol.

La Asociación Española de Consumidores (Asescon) ha vuelto a pedir una revisión urgente de la normativa. Reclama que se exija una titulación náutico-deportiva más rigurosa para alquilar y pilotar estas embarcaciones, así como controles policiales reforzados, similares a los que ya se hacen en carreteras.

El problema se agrava porque, en las excursiones organizadas por empresas, no se exige titulación alguna. Uno paga, se sube, y a correr sobre el mar. Solo si se alquila por cuenta propia, o se posee una moto de agua, es obligatorio contar con una de las titulaciones de recreo, como patrón de embarcaciones o la mencionada licencia de navegación, la cual se obtiene en apenas una mañana y sin necesidad de exámenes.

“Se ven motos sin matrícula, sin seguro, sin distintivo de normas básicas. Algunos las compran de segunda mano y ni siquiera hacen el cambio de titularidad. Otros remolcan a amigos con artefactos inflables a toda velocidad por zonas balizadas para el baño. Todo esto son faltas graves, con multas de hasta 120.000 euros. Pero, ¿quién las vigila?”, se pregunta otro patrón habitual de Algeciras, que amarra en el club náutico del Saladillo.

La Guardia Civil reconoce que recibe cada fin de semana llamadas de particulares denunciando situaciones de riesgo. Pero cuando la lancha del Servicio Marítimo aparece por Getares, las motos de agua, ligeras y veloces, así como las lanchas motoras, ya han desaparecido. “Huyen. Es un juego del gato y el ratón”, resumen fuentes del instituto armado.

Del ruido al silencio: así se esconden las motos de agua y las lanchas cuando llega la Guardia Civil a Getares / Andrés Carrasco

En 2021, Capitanía Marítima de Algeciras reunió a los cinco municipios costeros del Campo de Gibraltar (Algeciras, La Línea, San Roque, Los Barrios y Tarifa) para tratar de establecer un protocolo común que permitiera frenar los abusos en el uso de embarcaciones de recreo, especialmente las más conflictivas. “La situación es muy grave”, advirtieron entonces. Nada ha cambiado.

El mar, que no tiene semáforos, sí tiene normas.

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