150 aniversario de La Línea

El parque Victoria y su teatro

  • 1870-2020. Miguel del Manzano recorre en una serie de entregas los principales hitos del proceso por el que se creó La Línea

La entrada al parque de la Victoria, por la carretera del Cuartel, hoy avenida España

La entrada al parque de la Victoria, por la carretera del Cuartel, hoy avenida España

El parque de la Victoria estaba enclavado en el sitio más céntrico de la ciudad y era el único lugar de recreo de los linenses. Su construcción vino a satisfacer una imperiosa necesidad desde la segregación del municipio. Ocupaba una extensión de 5.500 metros cuadrados, todo ello cercado por un muro de mampostería. Tenía tres entradas: la principal estaba al final de la calle San Pedro (actual calle Carboneros), con una magnífica puerta de entrada; la segunda, con una gran verja de hierro, estaba ubicada en la Carretera del Cuartel (hoy Avenida España), y una tercera que daba a la calle Méndez Núñez. Las obras comenzaron el 18 de agosto de 1895 y el Parque se inauguró el 20 de junio de 1896.

Tenía varias dependencias: a la izquierda de la puerta principal se construyó un soberbio salón para conciertos y como cafetería, con unas medidas de treinta metros de largo por diez y medio de ancho, con una terraza, en toda su longitud, de dos metros y medios de anchura. El edificio era todo de mampostería y madera, construido a dos metros sobre el terreno. Las cocinas y el resto de las dependencias estaban en lugares distintos, ocupando una superficie de doscientos metros cuadrados. Este local daba al propietario del parque grandes beneficios, ya que era el lugar de ocio preferido por los linenses, siempre muy concurrido y donde era una proeza conseguir una de sus mesas.

El servicio era esmerado y dado la cantidad de público asistente había que hacer grandes acopios de mercancías para abastecer a la numerosa clientela. Poseía 140 mesas y 1.000 sillas y el personal que atendía estaba constituido por 30 personas. El primer año de explotación corrió a cargo de la empresa propietaria del parque, obteniendo pingües beneficios. En años sucesivos fue arrendado mediante subasta, siendo cada año mayor el tipo de remate, ya que se consideraba un negocio rentable.

Existía en otro lugar del parque un espacio dedicado a la venta de bebidas a bajo precio, que constituía un buen complemento económico para el arrendatario del salón-café. Había también un magnífico edificio de mampostería con techumbre de hierro, destinado a oficinas de la empresa y a la casa del conserje. Asimismo, se encuentran algunas salas de mampostería y otras de madera destinadas a almacenes de efectos. En el centro del Parque se instaló un pequeño velódromo, que aunque estuvo muy concurrido, al final se destruyó y se realizó un bonito paseo público. Había en todo el Parque unos 300 árboles, que durante el verano daban sombra y frescor a los paseantes y visitantes.

Teatro

Era un edificio que se alzaba en el frente principal del parque y ocupaba una extensión de 1.380 metros cuadrados. Su construcción era toda de madera y hierro con techumbre de tejas en la parte del escenario y de planchas de hierro en la sala. El escenario era uno de los de mayor tamaño de toda Andalucía. Poseía un magnífico y variado decorado, con vestuario y muebles de auténtico lujo. Existían cuatro palcos de proscenio; 16 palcos de platea; 1.000 sillas en el patio de butacas; 100 localidades en preferente y 700 entradas de grada. En total, tenía cabida para unas 2.000 personas aproximadamente.

Se inició su construcción el 27 de febrero de 1896 y fue inaugurado el 29 de junio del mismo año. La actividad desplegada en la construcción de este edificio causó admiración entre los vecinos, no acostumbrados a ver hecho realidad un gran proyecto en tan breve espacio de tiempo.

La inauguración la realizó la compañía de zarzuela y ópera española, dirigida por Pablo López, con su célebre diva señora Soriano. Todas las compañías que actuaron en este teatro cosecharon grandes éxitos, con gran asistencia de público en todos los espectáculos. Las funciones de compañías de zarzuela fueron las más numerosas, aunque también actuaron compañías de ópera, la opereta cómica de Giovanini, varias obras dramáticas y una compañía ecuestre. En este último caso fue instalada una pista de tres metros de diámetro en el centro de la sala.

Durante los días de la feria de la ciudad, se montaban instalaciones extraordinarias de carruseles, fonógrafo, panoramas, columpios y otros aparatos para los pequeños, que aumentaban los atractivos ya existentes para el bullicioso público de La Línea y de Gibraltar, que gozaban con aquel maravilloso paraje.

El alumbrado, tanto interior como exterior del Teatro y de todas las dependencias del Parque era eléctrico, lo que constituía en aquellos tiempos una seguridad para evitar desgraciados accidentes.

Esto es a grandes rasgos la descripción de este espacio de recreo y diversión que contó La Línea a finales del siglo XIX, que tanta gloria dio lo mismo a la compañía propietaria como al pueblo, que contó con uno de los mejores centro de recreo y esparcimiento de toda Andalucía.

El alumbrado público

El 16 de septiembre de 1891, los obreros de Vidal y Compañía empezaron a colocar los aisladores del alumbrado eléctrico, como prueba de que en fechas próximas La Línea tendría alumbrado público. No obstante, hasta 1896 el único alumbrado público que había en esta ciudad era el suministrado por 30 farolas de petróleo, que la mayoría de las veces estaban apagadas debido a los fuertes vientos reinantes en la zona. Es en este año cuando el Ayuntamiento inicia las gestiones para dotar a La Línea de alumbrado eléctrico. Como siempre, la escasez de medios económicos obliga a subastar el servicio, pero las sucesivas convocatorias quedaron desiertas.

El 25 de febrero de 1895, regresan de Madrid los señores Félix García de Rivero y Fernando Moreno, acompañados por los ingenieros de la Casa Abrahamson, para iniciar los trabajos preliminares de la instalación del alumbrado público. Finalmente, en 1896, el Ayuntamiento acuerda el servicio con la Sociedad de La Concepción, que aborda la construcción de la fábrica de electricidad.

El Ayuntamiento solicita a la citada empresa la instalación, como mínimo, de 125 lámparas eléctricas de 16 bujías cada una, que permanezcan encendidas desde el atardecer hasta el amanecer. Sin embargo, la compañía podría dejar de encenderlas las noches claras de luna llena.

Servicios sanitarios y hospitalarios

En estos primeros años de La Línea como municipio independiente de San Roque, los servicios sanitarios eran muy deficientes. Solamente existía una Casa de Socorro sin ningún médico con plaza en la localidad. En 1872, el Ayuntamiento crea dos plazas de médicos titulares. En 1874 se abre la primera farmacia y en 1891, la segunda, ante el aumento de población que experimenta la ciudad. En 1886, se proyecta la creación de un Hospital Municipal con carácter permanente, pero no se llega a realizar hasta dos años más tarde.

El edificio en el que estuvo el primer hospital de La Línea El edificio en el que estuvo el primer hospital de La Línea

El edificio en el que estuvo el primer hospital de La Línea / E. S.

En 1888, se crea un hospital provisional en la calle Carboneros, con fondos de aportaciones particulares y atendido por Religiosas Franciscanas. Seis años después fue clausurado por no reunir las condiciones sanitarias necesarias. Se trasladó a otro local, pero el aumento de población demostró que tampoco era viable y fue cerrado definitivamente.

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