La Línea en blanco y negro

El parque de la Victoria (II)

  • Su teatro acogió actuaciones de los más diversas que siempre contaron con la afluencia en tromba de los linenses

Teatro del parque de la Victoria.

Teatro del parque de la Victoria.

El teatro del parque de la Victoria de La Línea es un magnífico edificio que se levanta majestuoso en el frente principal y que ocupa una superficie de mil trescientos ochenta metros cuadrados. Su construcción es toda de madera y hierro, con techumbre de tejas en la parte del escenario y de planchas de hierro en la sala. El escenario es sin duda alguna uno de los mayores de los teatros de Andalucía, con un magnífico y variado decorado y una magnifica guardarropía con muebles de verdadero lujo.

Las localidades la constituyen cuatro elegantes palcos de proscenio, diez y seis palcos plateas, mil sillas en el patio, cien localidades preferentes y setecientas entradas de grada. La construcción del expresado edificio dio principio en 27 de febrero de 1896 y se inauguró el 29 de junio del mismo año. La actividad desplegada en esta construcción causó admiración entre estos vecinos por no estar acostumbrados a presenciar obras de tal magnitud en tan poco tiempo. La inauguración de este coliseo la efectuó la célebre compañía de zarzuela y ópera española dirigida por Pablo López.

Todas las compañías que han funcionado en este teatro han obtenido gran cariño, pues el público de La Línea, siempre que se abren las puertas, acude presuroso a presenciar el espectáculo. En su mayoría las representaciones han sido de zarzuela, habiendo también funcionado con gran éxito una compañía de ópera, la de opereta cómica de Giovanini y varias compañías dramáticas de primer orden, así como una compañía ecuestre a cuyo efecto se instaló una pista de trece metros de circunferencia en el centro de la sala.

Durante la feria anual que se celebra el primer domingo del mes de julio, la sociedad del parque efectúa instalaciones extraordinarias de carruseles, fonógrafo, panoramas, columpios y otros recreos infantiles que aumentan los atractivos del numeroso público de La Línea y de Gibraltar que invaden aquel delicioso paraje. El alumbrado interior y exterior del teatro y de todas las dependencias del parque es eléctrico, una garantía para evitar accidentes desgraciados. Cuentan el parque y el teatro con abundante caudal de agua que se distribuye convenientemente por medio de grandes y potentes bombas y que harían casi imposible la propagación de un incendio.

Pantalla del teatro del parque. Pantalla del teatro del parque.

Pantalla del teatro del parque.

Tal es a grandes rasgos descrito el parque de la Victoria que tanto honra a la sociedad propietaria como al pueblo que cuenta en su seno con tal centro de recreo y esparcimiento”.

Cambio de dueños

La sociedad del parque de la Victoria fue vendida a principios del siglo XX, en el año 1906, a Ruperto Toledano Fernández, alcalde en alguna ocasión, el cual residía en la mansión situada en la plaza de la iglesia con esquina a la calle Duque de Tetuán construida en 1899. Tal como indica el historiador Juan Arturo Medina Suffo en su obra Crónicas Linenses “por el año 1913, dentro del parque se hallaba instalado un barracón de madera que servía de pequeño teatro y sala de proyecciones de cine mudo, pasando más tarde con el nombre de Salón Victoria al paseo de la Velada por la parte de calle Ángel.

Por aquellas fechas se proyectaban películas mudas en el mismo escenario del teatro del parque, las cuáles acompañaba al piano el maestro Ruíz de Diego, siendo un tal Fare el que hacía de portero y de taquillero. Las localidades costaban 15 céntimos las gradas y 25 céntimos las sillas, y como dato curioso de esos tiempos don Ruperto Toledano tenía las cuatro plateas de los laterales del escenario reservadas para sus familiares, las cuales luego fueron cerradas por orden gubernativa.

Famosas compañías

Entrada a teatro del parque de la Victoria. Entrada a teatro del parque de la Victoria.

Entrada a teatro del parque de la Victoria.

Don Ramón María Bonelo e Infante, al ser el principal responsable de la Sociedad en el siglo XIX, traía a muy buenas compañías de zarzuela y de ópera. Sin embargo, estas le daban muchos dolores de cabeza y pérdidas para su bolsillo que el mismo tenía que soportar y ello no se debía a la no asistencia de público sino que muchas de aquellas compañías (y especialmente sus actores) le producían grandes molestias. 

A veces ganaban tan poco que no tenían ni para pagar el transporte de regreso. Otros, se largaban sin pagar el hospedaje que inmediatamente reclamaba el propietario a la empresa del teatro del parque. También fueron muchas las ocasiones en que las compañías eran tan pobres que dejaban empeñadas sus escenografías y guardarropas quedándose en “cruz y en cuadro” a cambio de una cantidad de dinero por la empresa para que se pudieran marchar y pagar sus gastos en La Línea.

Sus paredes han sido testigos de espectáculos artísticos, deportivos, políticos y sociales, espectáculos como el circo, boxeo, lucha libre, teatro en sus diversas manifestaciones, revistas musicales, recitales de cante flamenco, mítines políticos y sindicales, etc.

El incendio del Kursaal

Componentes de la Cruz Roja, en el Kursaal. Componentes de la Cruz Roja, en el Kursaal.

Componentes de la Cruz Roja, en el Kursaal.

Tal como relata en historiador linense Antonio Cruz de los Santos en su obra Un siglo de historia de La Línea de la Concepción, 1870-1970, “en la noche del 19 de noviembre de 1923 pocos días después del golpe de Estado del General Primo de Rivera, las campanas anunciaron el incendio del Casino y casa de juegos conocido por el Kursaal, sitio en el parque de la Victoria frente al teatro del mismo nombre. Se trataba de un edificio en el que abundaban la madera, bambalinas y muchos adornos propicios para ser pasto de un fuego rápido. Para apagar tal incendio acudieron a sofocarlo tanto la Cruz Roja situada en la Plaza de Fariñas como la brigada de bomberos de Gibraltar, un símbolo más de la buena vecindad entre los dos pueblos".

El final del teatro y el parque

A la muerte del señor Toledano, en los años veinte del siglo XX, sus herederos en 1934 arrendan la propiedad a Don José Vinuesa Maffioli, empresario de proyecciones de cine y también de otras salas de La Línea como el Pascualini o el teatro Amaya. Vinuesa cedería posteriormente el traspaso de la explotación del teatro del parque, posteriormente conocido como Cine parque, a don Pedro García, cuya empresa la tuvo hasta el cierre por derribo a mediados de los años ochenta. Desapareció así el viejo teatro decimonónico en cuyo escenario, al ser derribado, se podían seguir apreciando las iniciales del frontón que sostenía la cubierta TP (Teatro parque) desde que fuera inaugurado en los años noventa del siglo XIX. En su lugar, se empezaron a construir unos bloques modernos por la cooperativa de Cuatro Pinos.

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