La inteligencia artificial prioriza la visión de Reino Unido frente a la de España en el contencioso sobre Gibraltar
Un estudio de la diplomática Patricia Elosúa advierte de que la mayoría de la literatura disponible sobre el contencioso está en inglés, lo que lleva a los modelos de inteligencia artificial a restar peso a la perspectiva española
El futuro tratado de Gibraltar tiene ya 250 páginas y se dividirá en siete partes
La Inteligencia Artificial (IA) también se abre paso en la diplomacia. La experta Patricia Elosúa Feliciano, actual jefa adjunta de misión en la Embajada de España en Yaundé (Camerún), ha analizado las ventajas y desventajas del uso de la herramienta informática para casos reales en su estudio titulado Diplomacia e Inteligencia Artificial: oportunidades y riesgos para el trabajo diplomático y consular. El trabajo está incluido las memorias del curso selectivo de funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y pone como un ejemplo el contencioso sobre Gibraltar.
Entre los riesgos relativos al trabajo diplomático, la funcionaria de Exteriores pone el énfasis en la "falta de contexto cultural y sensibilidad" de las herramientas de inteligencia artificial para analizar la cuestión histórica de la colonia británica de Gibraltar. Esta limitación de la IA es producto de la forma en la que se nutre y que prioriza la visión anglosajona del contencioso histórico.
La inteligencia artificial recopila y ofrece información de varias formas, dependiendo del tipo de sistema y de su "entrenamiento": una forma de denominar a la integración de grandes volúmenes de texto, imágenes, audio o vídeo procedentes de fuentes diversas (libros, artículos, webs públicas, bases de datos con licencia, etc.). Este banco de datos es el responsable de hacer al algoritmo responder de la forma más "coherente" y "probable" y, al mismo tiempo, de construir un sesgo en el algoritmo que afecta a las soluciones que ofrece.
"La diplomacia ha evolucionado de la pluma y el papel a la era digital y de la IA", destaca Elosúa
Por lo tanto, la Inteligencia Artificial puede disponer de una fuente de datos repletos de trabajos, informes o artículos realizados con demasiada subjetividad e incluso prejuicios humanos. Es a esto lo que apunta Elosúa en su trabajo: "Los sistemas de IA pueden carecer de la comprensión profunda de contextos culturales y sociales, lo que podría conducir a interpretaciones incorrectas o insensibles en asuntos diplomáticos delicados. Un caso hipotético podría ser que se utilizasen modelos de Inteligencia Artificial para generar escenarios posibles acerca de la cuestión de Gibraltar, donde la literatura existente (de la que se nutrirán los sistemas de IA que diseñemos) está disponible mayoritariamente en inglés. Es posible que las propuestas que surgiesen del modelo considerasen de forma asimétrica una perspectiva anglosajona debido a los sesgos de datos existentes, desfavoreciendo a España en las negociaciones".
La actual jefa adjunta de misión en la Embajada de España en Yaundé es, a pesar de todo, optimista con estos avances tecnológicos. En sus conclusiones defiende que "la diplomacia ha evolucionado de la pluma y el papel a la era digital y de la IA. Del telégrafo a las redes sociales, la diplomacia ha sobrevivido a todas y cada una de las innovaciones de la técnica, imponiéndose ante aquellos que vaticinaban su fin. A lo largo de la historia, el trabajo diplomático y consular se ha adaptado a los medios tecnológicos disponibles, metamorfoseándose sin alejarse de su esencia [...] Con el estado actual de la técnica, el arte de la diplomacia se encuentra en condiciones de sobrevivir a esta nueva ola tecnológica, haciendo lo que la fotografía a la pintura, que no es más que impulsarla a sacar lo mejor de sí misma".
El largo contencioso sobre Gibraltar
Gibraltar fue cedido a Reino Unido mediante el Tratado de Utrecht de 1713, tras la guerra de sucesión española y tras permanecer ocupado por los ingleses desde 1704. Desde entonces, España nunca ha abandonado oficialmente su reclamación sobre la soberanía de Gibraltar, argumentando que el tratado no le cedió una soberanía plena al Reino Unido, sino una “posesión” limitada.
Reino Unido sostiene por su parte que Gibraltar es un territorio británico de ultramar y que cualquier cambio de estatus debe contar con el consentimiento de su población, que en sendos referéndums (1967 y 2002) se manifestó masivamente a favor de seguir siendo británico.
La salida de Reino Unido de la Unión Europea supuso un nuevo e importante punto de inflexión en el contencioso. El Brexit llevó aparejada la apertura de una negociación específica entre Reino Unido y la UE sobre el Peñón para establecer el nuevo marco de relaciones que acabó cristalizando el pasado mes de junio con un acuerdo político que pretende asegurar estabilidad y prosperidad a ambos lados de la Verja.
Las bases del acuerdo, pendiente de culminar la redacción del correspondiente tratado internacional e iniciar el proceso de ratificación por las partes, se sustenta en facilitar la libre circulación de personas y mercancías entre España y Gibraltar, sin que ello prejuzgue la cuestión de la soberanía.
El principal objetivo del futuro tratado es garantizar la prosperidad futura de toda la región. Para ello, se eliminarán la totalidad de las barreras físicas, los chequeos y los controles sobre las personas y mercancías que circulen entre España y Gibraltar, preservando al mismo tiempo el espacio Schengen, el Mercado Único de la UE y la Unión Aduanera. Esto traerá confianza, seguridad jurídica y bienestar a los habitantes de toda la región, promoviendo "una prosperidad compartida" y unas relaciones estrechas y constructivas entre las autoridades gibraltareñas y españolas.
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