La familia de Alfredo Morodo Toledo, el vecino de La Línea fallecido en la madrugada del pasado día 1 en aguas próximas de Gibraltar, ha encargado la realización de una segunda autopsia al cadáver. La muerte de Morodo se produjo cuando la embarcación en la que navegaba y una de la Royal Police colisionaron durante una operación contra el contrabando de tabaco en aguas próximas al Peñón.

Expertos forenses enviados por las autoridades británicas tienen prevista su llegada en breve a la colonia para practicar al cuerpo una autopsia oficial, a la que se sumará la encargada por la familia del fallecido. Ambas se incorporarán a la investigación abierta por Gibraltar a fin de determinar las causas de la muerte y esclarecer los hechos.

El ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, señaló el pasado miércoles que la muerte de Alfredo Morodo fue consecuencia de un "lamentable accidente". Esta tesis ya había sido apuntada por la persona que acompañaba al fallecido a bordo de una pequeña embarcación la noche del suceso. Según el testimonio que ofreció este amigo de la víctima a la Guardia Civil, tras personarse voluntariamente el mismo martes en las dependencias de la Benemérita en La Línea, el choque en plena madrugada con la patrullera de la Royal Police habría sido fortuito.

Las previsiones son que los restos mortales de Alfredo Morodo, que contaba con 42 años de edad, sean repatriados el próximo domingo, una vez se hayan llevado a cabo ambas autopsias. La Policía Nacional ha previsto un dispositivo en prevención de posibles incidentes.

La misma madrugada del martes, tras conocerse el fallecimiento de su vecino, varias decenas de personas protagonizaron algunos disturbios en el barrio de San Bernardo y en las inmediaciones de la Verja, con el lanzamiento de botellas y piedras contra los agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

En las redes sociales se vienen haciendo llamamientos desde hace días para que el féretro con el cuerpo de Alfredo Morodo sea recibido de forma multitudinaria una vez el coche fúnebre atraviese la Verja.