Pasarela

La ruta enoturística del Marco de Jerez es la más visitada de España y no es una casualidad

Imagen añeja de la Taberna El Ermitaño en El Puerto de Santa María

Imagen añeja de la Taberna El Ermitaño en El Puerto de Santa María

Ya ue el Marco del Jerez sea uno de los territorios más antiguos de España donde se implantó la vitivinicultura, traída las primeras vides por los fenicios alrededor del año 1100 a.C. Puede que también lo sea porque su Denominación de Origen Protegida, sea la más veterana de España (1935). El caso es que la Ruta del Vino, Brandy y Vinagre del Marco de Jerez fue la más visitada el pasado año, con 333.781 visitantes, en nuestro país.

Esta ruta enoturística la integran ocho municipios de la provincia de Cádiz: Chiclana, Chipiona, El Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Puerto Real, Rota, Sanlúcar de Barrameda y Trebujena. Está delimitada por las desembocaduras de los ríos Guadalete y Guadalquivir, el Parque Nacional de Doñana (sin sus regadíos), la Bahía de Cádiz, el Océano Atlántico y la campiña jerezana. La variedad de los territorios que la integran está conformad como si de un pequeño país-estado se tratase.

La vendimia en una de las viñas jerezanas La vendimia en una de las viñas jerezanas

La vendimia en una de las viñas jerezanas

El interés del visitante por los métodos y tradiciones de producción y crianza de los vinos finos se pone de manifiesto desde los orígenes: las viñas, lagares y cortijos; las bodegas ‘catedrales’ y las de pequeño formato; los museos del vino, las visitas a las bodegas, cada una con algo diferente que contar bajo el mismo denominador común de los singulares vinos de esta tierra: Fino, Manzanilla, Oloroso, Cream, Amontillado, Palo Cortado, Moscatel, Pedro Ximénez… sometidos a diferentes métodos de crianza. Y los VORS, (very old rare sherry, vino seleccionado como óptimo y excepcional), que son caldos aparte...

Es una ruta que se puede permitir el lujo de tener caballos cartujanos sin dejar de ser marinera. Todo se complementa con alojamientos con encanto y espectaculares monumentos: castillos, Casas-Palacio, también iglesias catedrales; restaurantes con muchas estrellas michelín, como el de Ángel León; tascas minúsculas y tabernones donde paladear el vino de la bota a la copa; muchos kilómetros de playa con banderas azules otorgadas por la Unión Europea; y naturaleza: espectaculares puestas de sol a las que los visitantes aplauden y los nativos tocan palmas por bulerías. Spielberg se enamoró del orto y el ocaso, llegando a rodar aquí la película El Imperio del Sol (1987).

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