Alberto Núñez Feijóo será uno de los grandes protagonistas de la inminente cita con las urnas del próximo domingo 23 de julio. El expresidente de la Xunta de Galicia siempre ha mantenido en un segundo plano su vida privada. El candidato del Partido Popular comparte su vida con Eva Cárdenas, una reconocida empresaria gallega con la que sale desde 2013. Fruto de su relación sentimental nació su único hijo en común, Alberto Núñez Jr, de seis años de edad.
La mujer de Núñez Feijóo es una empresaria con una dilatada trayectoria en el sector inmobiliario y de la decoración. En su día la prensa llegó a bautizarla como la “reina Midas de la decoración”. Tras un primer empleo en L’Oreal llegó al imperio de Amancio Ortega para dedicarse a la sección de perfumes. Gracias a su buen hacer fue adquiriendo más responsabilidad en la empresa hasta convertirse en la presidenta de Zara Home España. Después de permanecer 20 años en Inditex y llevarse un suculento finiquito, ha trabajado en Sargadelos, la firma de porcelana gallega que tuvo que abandonar cuando se mudó a Madrid junto a su pareja.
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Ese trabajo lo había compaginado con su inmersión profesional en el sector inmobiliario. Junto a su hija Gabriela, fruto de un matrimonio anterior, fundó la agencia Niebla Azul cuyo negocio está enfocado hacia la adquisición, promoción, rehabilitación, compraventa y alquiler de viviendas. En la actualidad, Eva Cárdenas es la administradora única de la empresa que desarrolla sus actuaciones en A Coruña y Oleiros, donde cuentan con numerosos inmuebles.
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Alberto Núñez Feijóo y Eva Cárdenas forman una pareja consolidada que todavía no ha pasado por el altar, aunque ciertos rumores apuntan a que podrían haberlo hecho en secreto. El dirigente del Partido Popular declaró en una entrevista su escasa pasión por los enlaces matrimoniales. “Una boda es un coñazo, duran mucho tiempo y antes duraban menos”, dijo en el programa Land Rober de la televisión gallega. Ambos se conocieron de una forma un tanto inusual. Nunca se podrían imaginar que un check-in del vuelo Madrid-Santiago iba a ser el punto de partida de una relación sentimental de diez años.
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