La última corrida de la feria de Algeciras tuvo como protagonistas a seis rejoneadores de escuelas y estilos diferentes con los que los aficionados al mundo del caballo disfrutaron de una tarde entretenida y de muchos caballos. Hasta veinticuatro cabalgaduras sacaron entre todos, aquello parecía el Sicab. Un festejo que estuvo marcado por la mansedumbre de la corrida de Flores Tassara, pero al que se le cortaron cinco orejas que pudieron ser más si el presidente hubiera cedido un poco a la petición de la segunda a Montes y Telles. No hubiera estado de más.

Abrió plaza el veterano Joao Moura padre, no cortó trofeos pero dejó una actuación  templando y encelando en banderillas a lomos de Merlín y arriesgando y aprovechando los viajes por dentro de un toro manso y parado. Moura hizo lo imposible para buscar el triunfo.  Se dejó llegar al toro en las cortas también aunque, con la espada, emborronó su actuación.

El jerezano Antonio Domecq tuvo como enemigo un toro manso que buscó siempre las tablas. Realizó un tercio de banderillas a una mano, clásico, con precisión en la reunión destacando con la monta de Ruiseñor.  Buena doma la de Domecq en una actuación templada y con el sello de un rejoneador que desarrolla un toreo puro. El manso de Tassara se fue apagando. En las cortas Domecq lo hizo todo como toda la faena. Reventó al animal con el rejón de muerte, paseó la oreja.

Álvaro Montes tiró por la espectacularidad ante un  toro manso y distraído. El jienense recibió a portagayola al de Tassara con la garrocha y a lomos de Jamo. Imagen muy campera y torera. El toro manseó siempre y Montes lo enceló en el caballo en el tercio de banderillas. Una labor que llegó a los tendidos. Espectacular Montes. Un par al quiebro llegándole muy de cerca al toro, al que le costaba un mundo embestir, levantó a los aficionados. Trasteo de mucha entrega y buena doma. Piruetas y los adornos del final con las banderillas cortas arriesgando provocaron el delirio. Una lidia buena en la que no faltó la cabriola con Maestro. El caballo se pone de manos, con los corvejones doblados y salta hacia adelante elevándose en el aire. Luego vino un par al violín y el rejonazo de muerte. Un poco trasero. La plaza le pidió las dos orejas pero el presidente solo concedió una.

Luego fue el turno de Curro Bedoya que le tocó en suerte otro toro manso y al que le realizó un trasteo variado, pero sin llegar a tomar vuelo la faena por culpa del animal. Aún así Bedoya estuvo bien con las banderillas y en las cortas expuso en terrenos de las tablas. Paseó también una oreja.

El quinto de la tarde salió con muchos pies y llenó de esperanza  Moura hijo, pero pronto se apagó. El de Tassara se dolió con el rejón de castigo como buen manso. Y encima sin fijeza y parado como sus hermanos anteriores.  Moura hijo destacó a lomos de Belionte, dejándose llegar muy cerca al animal y metidos en los adentros. Faena de menos a más que subió con las cortas y las rosas. Cortó la oreja.

Quien sorprendió en su presentación en Las Palomas fue Ribeiro Telles. Tuvo una buena actuación ante el mejor toro del encierro, un animal de poca presencia pero que fue agradecido y transmitió. El portugués demostró que a pesar de su juventud tiene oficio. A lomos de Bacantú arriesgó y dio una gran dimensión de lidia, destacando un gran tercio de banderillas con Tuareg, con dos banderillas al quiebro, en los medios, citando de largo y llegando mucho al parado ejemplar. El cierre con las cortas al violín y a dos manos levantaron al público. Telles tiene un futuro prometedor. La pena fue que falló con el rejón de muerte y solo paseó una oreja.

La feria concluyó si un triunfo grande y con la despedida de José El Arenero, gran aficionado y que se cortó la coleta en estas labores después de años templando el albero de Las Palomas con su pala.