España

La 'lideresa', una piedra en el zapato de Rajoy

  • La retirada de Aguirre estaba cantada desde que el PP ganó las generales.

Más allá del cáncer de mama que le diagnosticaron hace dos años; más allá de otras cuestiones familiares o personales -sólo a ella corresponde revelarlas y no parece muy decente entrar en el terreno de la pura especulación-, la dimisión de Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad de Madrid -y su consiguiente retirada de la primera línea de la vida política- estaba cantada desde el mismo momento en que Mariano Rajoy ganó las elecciones generales de 2011 por una abrumadora mayoría absoluta.

La lideresa, como era conocida en el PP con cierta sorna, se convirtió en la legislatura pasada en la alternativa del aznarismo a un Rajoy que cayó derrotado ante el socialista José Luis Rodríguez Zapatero en los comicios de 2004 y 2008. Si bien en los primeros, el propio Aznar resultó el principal responsable por su mala gestión de los atentados islamistas del 11-M, en los segundos, tras una legislatura en la que el PP no dio pie con bola pese a que el zapaterismo comenzaba a languidecer, toda la responsabilidad recayó en el político gallego, que pecó de tremendismo, un pecado que es muy español.

En ese preciso momento, en la amarga derrota de 2008, la ausencia de Aguirre en el balcón de la calle Génova, con Rajoy amagando con una posible despedida, era toda una declaración de principios: se empezaba a postular como alternativa al todavía presidente popular. Antes, en la guerra sin cuartel con el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, el otro aspirante a la sucesión, dejó entrever sobradamente cuáles eran sus verdaderas intenciones: controlar totalmente el feudo madrileño para campañas políticas más ambiciosas.

Sin embargo, gracias al apoyo que recibió de un grupo importante de barones populares -Javier Arenas, Francisco Camps y Alberto Núñez Feijóo, entre otros-, Rajoy resistió, y Aguirre decidió esperar otro momento: las próximas elecciones legislativas. Mientras tanto, en el congreso nacional que el PP celebró en Valencia meses después de las elecciones, el político gallego descabalgó a todo el aznarismo y convirtió a la todopoderosa presidenta la Comunidad de Madrid en la gran derrotada de esta cita interna.

Con la crisis económica como principal aliada, Rajoy recuperó la pasada legislatura el terreno perdido y ganó con facilidad las elecciones generales de 2011. Ahí, aunque había logrado renovar por tercera vez consecutiva la mayoría absoluta en Madrid, Aguirre sabía ya que, más pronto que tarde, se vería obligada a tener que dimitir.

En los diez meses que han pasado, Aguirre, envuelta en el liberalismo con tintes populistas que siempre le ha acompañado, ha sido fiel a sí misma y no ha dejado de ser una compañera incómoda para Rajoy: una auténtica lideresa en el zapato del presidente del Gobierno.

Inmerso en un proceso de reformas y ajustes que va a contramano del programa electoral que le dio el triunfo electoral, el político gallego ha visto cómo Aguirre ha estado siempre dispuesta a darle una vuelta de tuerca a sus decisiones o a ponerle un pero a sus decretos leyes. Últimamente, la lideresa estaba empeñada en una reforma del Estado de las Autonomías que no era la racionalización de dicha Administración Pública sino prácticamente su liquidación. Y se ha mostrado en contra de la decisión de la Audiencia Nacional sobre el caso Bolinaga.

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