Mucho más que un simple disco
Una de las actividades deportivas en plena expansión cuenta con equipos representantes enSevilla, Málaga y Granada Chicos y chicas juegan juntos y no existe la figura del árbitro
Comenzó casi de casualidad, como ocurre con la mayoría de las cosas en esta vida, para evolucionar y convertirse en uno de los deportes de moda. Es el ultimatefrisbee, un deporte que nació cuando unos estudiantes yanquis se lanzaron unos platos de tarta entre ellos -conocidos como frisbees- y al ver que éstos planeaban, decidieron comenzar a jugar.
Al principio implementaron unas reglas similares a las del rugby con las que comenzaron a pasar el tiempo. Pero estas evolucionaron hasta acabar en las normas que marca la World Flying Disc Federation, el organismo rector a nivel mundial de este deporte.
¿Y cómo se juega al ultimate? Muy sencillo. Dos equipos de siete contra siete -en caso de que sea en césped, cinco contra cinco si el terreno elegido es la playa- tratan de recibir el disco dentro de un área de gol, denominado como end zone. Los jugadores cortan y tratan de liberarse de su defensa para recibir el frisbee en las mejores condiciones, ya que el poseedor del disco no se puede mover. Mientras los defensas tratan de cortar el disco, siempre sin contacto -una de las máximas de este deporte-, los atacantes intentan conseguir el tanto. En el momento que el disco cae al suelo, la posesión cambia de dueño. Un trasiego que puede agotar físicamente, aunque el fondo no lo es todo.
"Como todo deporte, el tener un buen físico ayuda mucho, pero no lo es todo. Tener habilidades para lanzar el disco o saber colocarte para una buena defensa influye tanto o más que tener una buena condición atlética", comenta Alberto Suero, capitán de Frisbillanas, el equipo sevillano de ultimatefrisbee.
Pero este particular deporte cuenta con algunas otras características reseñables. Por ejemplo, y la más llamativa: no existe la figura del árbitro. "Creo que el principal beneficio es que fomenta el juego limpio" -comenta Alberto- "evita la picaresca de otros deportes para engañar al árbitro, ya que los jugadores implicados en las jugadas saben perfectamente lo que sucede". Y si no se está de acuerdo, el disco vuelve atrás. Una forma salomónica de resolver posibles conflictos que puedan aparecer.
Y estas actitudes se valoran al final de los partidos. Porque otro de los grandes aspectos de este deporte es el spirit of the game, algo parecido al fair play en otras actividades y que se otorga a los que mejor conocen las reglas, las ponen en práctica y demuestra mejor ambiente durante el partido.
"Es la base de nuestro deporte y todos los jugadores lo consideran igual de importante que jugar con un alto nivel de competición. Consiste en cumplir las reglas, respetar al resto de jugadores de tu equipo y también a tus rivales, sin sacrificar las ganas de competir y ganar. Tiene la máxima importancia", afirma Elena Quesada, una de las componentes más antiguas de Frisbillanas. Porque el ultimate es un deporte mixto -que cuenta también con diferentes categorías separadas por sexo-, en el que chicos y chicas conviven en torno a un disco de 175 gramos. Algo que puede resultar sorprendente en los tiempos que corren por la falta de ejemplos que se ven en el deporte de alto rendimiento actual.
"El ultimate es la actividad que practico con mi grupo de amigos, en el que hay chicos y chicas. Se toma con naturalidad compartir los entrenamientos y partidos con ambos sexos y todos participamos igualmente en las decisiones del equipo. Todos somos deportistas al mismo nivel. Es un deporte que fomenta la igualdad y el civismo", asegura Elena.
"Hoy en día es poco común encontrar un deporte que se practique en modalidad mixta, esto hace que el ultimate sea tan especial", considera Regina Amador, otra de las chicas que comparten esta pasión por el disco en el equipo sevillano: "Personalmente, me siento muy afortunada de practicar este deporte con todos mis amigos, sin divisiones por sexo y formando lo que nosotros llamamos una gran familia".
Y ésta es una idea que comparten los 675 jugadores oficiales que figuran en la Federación Española de Disco Volador, que componen los 26 equipos que se reparten a lo largo de la geografía española, algunos punteros como los vigentes campeones de Primera y Segunda División, Quijotes + Dulcineas, de Madrid, que se presentó con un doble equipo a la competición.
Por su parte, en Andalucía hay tres conjuntos que compiten a nivel nacional: Frisbillanas, de Sevilla y el más antiguo de la comunidad, que esta temporada se mantuvo en Primera División; Granayd, conjunto de la ciudad nazarí, que disputa la Segunda y el recién creado equipo de Ultimate Málaga.
En otros países existe una gran tradición de ultimate frisbee, como ocurre en Estados Unidos. De hecho, muchos de los jugadores que conforman los equipos actuales, son de fuera de nuestras fronteras, algo que ayuda tanto a mejorar como a enriquecer el propio deporte. "Es algo muy interesante. Conoces nuevas técnicas, movimientos o lanzamientos que en otros sitios llevan mucho tiempo practicando, con lo que evidentemente, mejoras mucho. A fin y al cabo, todos somos una gran familia que nos ayudamos", matiza Álvaro Olmo, otro de los jugadores de Frisbillanas.
Porque queda claro que el ultimate es algo más que un simple juego. Es toda una comunidad alrededor de un disco.
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