Algeciras CF - UD Socuéllamos | La crónica

Un ciclón llamado Algeciras (4-0)

  • El equipo de Fajardo pasa por encima del Socuéllamos y deja muy encarrilado su ascenso a Segunda B tras un partido de matrícula

  • Antonio Sánchez, Antoñito, Iván y Karim marcan los goles en un domingo inolvidable de fiesta

Jugadores y aficionados de Algeciras celebran el triunfo ante el Socuéllamos.

Jugadores y aficionados de Algeciras celebran el triunfo ante el Socuéllamos. / Erasmo Fenoy

Una fuerza de la naturaleza sacudió el Estrecho y barrió todo a su paso por el Nuevo Mirador. El Algeciras CF, transformado en un ciclón, devastó a la UD Socuéllamos con un 4-0 que deja el ascenso a Segunda B más cerca que nunca para los albirrojos. Todo se alineó a la perfección para el algecirismo en el domingo grande de su Feria Real. El equipo de Emilio Fajardo cuajó un partido mayúsculo, demoledor, de matrícula de honor, para pasar por encima de todo un campeón, un Socuéllamos que se vio desbordado y sacó la bandera blanca en medio de un ambiente atronador, con una atmósfera especial, de nuevo de superior categoría.

Enorme partido del Algeciras, que jugó como si no hubiese un mañana. Se agotan los adjetivos para el equipo de los renacidos, para un vestuario que ha devuelto la fe a su parroquia en los milagros, en lo que hace algo más de dos meses parecía un imposible. El Nuevo Mirador ejerció su embrujo para empujar en la ida de la eliminatoria final del playoff a Segunda B, el último encuentro en casa de la temporada. Ni el más optimista del lugar pudo visualizar de antemano lo que ocurrió porque nadie, sencillamente nadie, esperaba esta versión tan salvaje del Algeciras.

El Algeciras se convirtió en un martillo pilón que fue derribando golpe a golpe los pilares de un Socuéllamos desnortado y sin respuesta a la avalancha que se le venía encima. Los de Fajardo, siempre con una marcha más, llevaron el partido donde querían, ensancharon el campo e hicieron sufrir a un rival que nunca estuvo cómodo sobre el césped. El Algeciras puso de los nervios a un conjunto muy experimentado, totalmente vulnerable tras ver cómo había encajado un gol nada más empezar y cómo el temporal embestía una y otra vez, sin compasión, sin respiro, sin guardarse nada.

La voracidad algecirista llevó a una goleada que pudo ser más abultada, sobre todo cuando el duelo se tornó a tumba abierta en los últimos compases. En ese coletazo final de orgullo del Socuéllamos, ya con Megías como último salvavidas para al menos buscar un gol, apareció la mano providencial patentada por Jesús Romero, al que deberían sacar a hombros el próximo domingo pase lo que pase.

El Algeciras ha llegado muy fuerte a la hora de la verdad. Desde aquella mañana de derbi en la que salió catapultado hacia la liguilla, el cuadro albirrojo no ha hecho más que crecer y crecer. Con la flechita para arriba y con una capacidad de adaptación a todo tipo de circunstancias. No es casual que este grupo de amigos haya eliminado al L'Hospitalet y al Real Jaén, como tampoco lo es que haya sacado a la bestia en la gran final ante un Socuéllamos al que nadie quería en el sorteo, un coco que estaba invicto a domicilio e imbatido en el playoff.

El fútbol es tan grandioso que te puede dar o quitar todo en un día, en un buen o mal rato. El Algeciras, consciente de que la última palabra tendrá que decirse en Ciudad Real, lo apostó todo al Nuevo Mirador. Fajardo armó un once valiente, sin el músculo de Cerpa pero con el talento caprichoso de Pipo. El entrenador volvió a dar el '9' a Antonio Sánchez y dejó a Karim en el banco en una nuevo clinic sobre cómo gestionar a dos delanteros en racha.

Los albirrojos salieron en tromba con una presión asfixiante. El Socuéllamos cedió el protagonismo con la intención de que su muro fuera suficiente para frenar el entusiasmo de los locales. Los de Mario Simón tenían un guión preestablecido que pronto empezó a hacer aguas. Apenas habían pasado cinco minutos cuando José Carlos se coló por la izquierda y metió el balón el área chica; allí se anticipó Antonio Sánchez, asentó el cuerpo, se dio la vuelta y fusiló ante una retaguardia algo acongojada. Primer estallido de júbilo y el gol que lo cambiaba todo.

De repente el Socuéllamos ya no era un cerrojo y el Algeciras tomaba ventaja con un mundo por delante. Los visitantes trataron de replicar con una internada de Carlos García por la derecha que acabó en manos de Romero. El capitán algecireño Iván Turrillo vio la primera amarilla de la mañana, en el minuto 12, y seguramente de manera desmesurada. El árbitro, muy cabal durante casi todo el envite, había advertido ya tras varias entradas duras, la primera de Essomba especialmente, y a Iván le tocó pagar el pato y se perderá la vuelta por acumulación. El capi se lamentó pero pronto se puso a lo suyo.

El Algeciras se movía ágil, con Pablo Ganet como mariscal de campo, y Antoñito y Tote pegándose a la cal. De Tote fue el disparo que se marchó alto en el minuto 19 tras una dejada de Juanjo. El duelo bajó de revoluciones, algo que el Socuéllamos agradeció, hasta que el Algeciras volvió a pisar el acelerador en el tramo final del primer periodo. Primero Pablo Ganet enganchó una volea que casi se cuela en el marco de Arellano en el 39' y después José Carlos se metió hasta la cocina en el 44'. Cumplido el 45' se produjo un córner para el Socu. Y lo que parecía peligro para unos se tornó en sentencia para otros: la zaga albirroja repelió el balón, lo cazó Antoñito y el algecireño salió como una bala solo con Carlos García delante del portero. El defensa reculó bien, pero Antoñito hizo una diablura al borde del área, se escapó y cruzó su disparo para hacer el segundo. El Mirador se sumía en la locura.

Los albirrojos juegan con una propuesta valiente y una presión asfixiante

Llegó el descanso y Belencoso arengaba a los suyos entre bronca y bronca. El Algeciras se veía con un 2-0 que era gloria bendita, pero algo en el ambiente decía que se podía ir a por más, que hacía falta más. Fajardo movió rápido el banquillo para dar otro aire con Cerpa en lugar de Pipo. El choque se endureció y empezaron a caer las amarillas para el Socuéllamos, que no sabía cómo reponerse. Simón dio por perdido el centro del campo y partió en dos a su equipo en busca de esa jugada aislada que diera una oportunidad de estrategia o una contra. El Algeciras no dio tregua y desenfundó otra arma con Karim, ese elemento revoltoso capaz de desconcertar a cualquier defensa. Con el africano en el campo, los de Fajardo aumentaron la ventaja en dos acciones a balón parado. El omnipresente Ganet botó en el minuto 67 el saque de esquina en el que Iván Turrillo metió la pierna para marcar el tercero de los albirrojos. Todavía se felicitaban muchos algeciristas cuando en el 74', en otro córner, Karim remató de cabeza un balón suelto en medio de la zozobra de los azulinos. El cuarto gol, el que escenificaba el abismo que se estaba viviendo entre los dos equipos.

El último cuarto de hora dejó ver a un Socuéllamos herido en su orgullo, dispuesto a caer con las botas puestas. La entrada del delantero Megías -que venía de recuperarse de una lesión- dio un plus a los visitantes, que cuando encontraron la portería contraria se toparon con San Romero, especialmente en una mano cambiada ya en el descuento. Antes, alrededor del minuto 85, tuvo un gol cantado Tote tras un pase de Karim, pero el canterano estaba agotado, como casi todos los jabatos que se habían dejado el alma sobre el césped.

El Nuevo Mirador, que hizo la ola y vibró con su Algeciras, despidió a sus héroes con una prolongada ovación que provocó la vuelta de honor de los futbolistas. Después de cinco grandes batallas en el playoff, se puede decir que este Algeciras está muy cerquita del ascenso a Segunda B, pero aún queda el partido de vuelta en el Paquito Giménez (domingo 30 a las 12:00), donde el algecirismo acudirá en legión con la humildad por bandera.

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