Algeciras CF - Real Balompédica | La crónica del Clásico

El clásico triunfo del Algeciras

  • Los albirrojos vuelven a ganar a los albinegros por tercera vez consecutiva

  • Un zapatazo envenenado de Iván Turrillo decide un derbi con opciones para los dos

  • El árbitro anula mal un tempranero gol a Jesús Muñoz y obvia un penalti de Loren

Iván alza el puño tras marcar para el Algeciras ante la Balona.

Iván alza el puño tras marcar para el Algeciras ante la Balona. / Erasmo Fenoy

El Algeciras se volvió a apropiar del Clásico del Campo de Gibraltar ante la Balona por segunda vez esta temporada y por tercera ocasión consecutiva desde que los albirrojos sellaron su ascenso a la Primera RFEF en el Municipal de La Línea. El Algeciras se llevó todo el premio aunque el duelo de rivalidad pudo caer perfectamente del lado balono. A diferencia de lo que ocurrió en la primera vuelta, el partido más esperado de la comarca se decidió por un solo gol, por el tanto del capitán albirrojo Iván Turrillo, que agrandó un poquito más si cabe su leyenda con un disparo en el minuto 74 que se envenenó antes de batir a Varo. La Balona tuvo sus ocasiones con el cero a cero, sobre todo dos clarísimas en el segundo tiempo, y el árbitro marcó con dos decisiones polémicas que seguramente cambiaron el rumbo de la mañana: un gol mal anulado a Jesús Muñoz nada más comenzar y un penalti no pitado por manos de Loren.

Y es que el Clásico tuvo de todo y deparó lo que se esperaba de un derbi a estas alturas y con tanto en juego. El espectáculo dentro del césped estuvo acorde con el ambientazo de lujo vivido en un Nuevo Mirador casi al completo con unas 6.500 gargantas -casi medio millar de hinchas balonos- en un partido de fútbol que engrandece a la categoría y ensalza al Campo de Gibraltar como sociedad. La cordialidad, como reclamaron en la previa los presidentes, reinó antes, durante y después.

El acierto, ese divino tesoro cuando se convierte en gol, decidió un Clásico apasionante, con tensión por ambos bandos, con alternancias, con derroche físico, con varios ¡uys! y, por supuesto, con polémica. La jugada que cambió todo emanó de un saque de banda, a priori inofensivo, tras un carrusel de cambios. El balón llegó a Rafa Tresaco, que combinó con Iván Turrillo y el de El Cobre sacó un zapatazo que tocó entre las espaldas de Roni y Borja López para tornarse en imparable para Alberto Varo. Tenía que ser Iván.

El Clásico, sin embargo, pudo tener otro color cuando a los dos minutos de juego la Balona llegó a celebrar un gol de Jesús Muñoz que el jiennense Guzmán Mansilla anuló a instancias de su asistente. El línea vio  fuera de juego posicional de Gerard Oliva, pero Jesús Muñoz ganó limpiamente la partida a la zaga rojiblanca para rematar una falta lateral botada por Antoñito. La otra jugada importante en la que el colegiado zozobró ocurrió al comenzar el segundo tiempo en un centro de Tomás que impactó en una mano del linense Loren dentro del área. Guzmán Mansilla no vio penalti.

El primer tramo se jugó más como la Balona quiso. El equipo de Alberto Monteagudo estuvo más cómodo sobre el césped en los primeros 20-25 minutos. Los albinegros amenazaron desde muy pronto con las faltas laterales, la del gol anulado a Jesús Muñoz y poco después otra en la que Leandro estuvo cerca de marcar, pero casi sobre la línea de la meta sacó Figueras mientras Delmonte se lanzaba con todo para tratar de remachar. A base de un presión alta y de salir con las pilas muy bien puestas, la Balona anuló el juego que quería el Algeciras, que había metido a Borja en el centro del campo para tratar de meter esa velocidad de crucero y esos uno contra uno en los que Romero, Roni y Leiva sacan tanto jugo.

En el minuto 21 probó Álvaro Romero a balón parado a un Varo atento. La balanza empezaba a equilibrarse y el cuadro de Ania conseguía encontrar a Leiva, defendido casi siempre bien por Loren, o a Renato por el costado derecho, donde el luso buscaba el centro a la mínima que podía. En el centro del campo libraban una auténtica batalla Iván Turrillo y Coulibaly, anulándose mutuamente. Aunque para pugna bonita la que sostuvieron Roni y Jesús Muñoz durante casi todo el envite.

El Algeciras acabó mejor el primer periodo, de hecho estuvo a punto de marcar en el minuto 34 en una jugada en la que Roni disparó por bajo y Varo respondió con un paradón. Al filo del descanso, Mariano cabeceó fuera por muy poco una falta colgada por Tomás.

   

Tras el descanso, los primeros compases fueron más de los algeciristas, que reclamaron penalti en el minuto 48 la mencionada acción en la que Tomás centró dentro del área y se topó con Loren. Los de Ania expusieron más fútbol ante una Balona que empezaba a pagar el lógico esfuerzo físico de los primeros 45 minutos. No obstante, los de Monteagudo sabían como hacer daño a los de casa y si no lo hicieron fue por ese mal endémico que viene persiguiendo a los albinegros este campaña en los últimos metros: la falta de definición.

La Balona pudo adelantarse en el minuto 57 tras una galopada de Connor por la izquierda en la que puso el balón al corazón del área y se paseó sin que Leandro, primero, y Gerard Oliva, después, atinasen a empujarla. Clarísima la oportunidad.

Monteagudo fue el primero en mover el banquillo, buscando refrescar el ataque con Dorrio e Iván Martín, y en el minuto 64 la volvió a tener la Balona para asestar el golpe en un balón que quedó franco y centrado en el área para que Antoñito fusilase, pero el algecireño y exalgecirista no acertó ante la maraña.

La réplica algecirista sí fue al centro de la diana. Ania, que también había oxigenado para buscar más mordiente con Rafa Tresaco y Alberto Bueno, encontró premio en el minuto 74 tras una interrupción precisamente para hacer más cambios. De un saque de banda nació el balón que Iván Turrillo enganchó y se coló en el fondo de las mallas del sector donde animaban los hinchas balonos. Un gol que lógicamente desató el delirio de la gran mayoría del Nuevo Mirador.

Tras el 1-0, poco más ocurrió realmente sobre el verde de La Menacha. La Balompédica, que no tuvo en Koroma a ese jugador desequilibrante que añora, quemó las naves algo tarde y el Algeciras empezó a anestesiar cada jugada, cada falta, cada segundo que podía rascar. Las últimas acometidas linenses fueron más con el corazón que con la cabeza, como suele decirse, en un estadio que daba a voz en grito el último empujoncito a los suyos.

El Clásico relanza con dos triunfos seguidos al Algeciras de Ania hasta los 39 puntos, otra vez cerquita de esa zona de playoff de ascenso y con un colchón más mullido sobre el descenso (aunque quedan partidos pendientes en muchos rivales). La Balompédica se queda con 35 puntos en esa mitad de la clasificación tan incierta. Monteagudo, que solo lleva dos jornadas, ya ha detectado en qué tiene que trabajar para afinar. Todavía, doce jornadas por delante. Un mundo en la Primera RFEF.

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