Que no iba a ser fácil ya se sabía, pero lo que nadie se podía imaginar es lo que tuvo que sufrir la Balona para sumar los tres puntos en litigio. Ya lo había avisado Jordi Roger y los partidos disputados por el Don Benito avalaban las palabras del técnico balono. Todo empezó con un guión soñado: penalti cuando no se llevaban ni diez segundos. Pero ¿es que alguien duda todavía de que con el abono o la entrada deberían regalar marcapasos o desfibriladores? La pena máxima fue detenida por el meta visitante siendo un presagio del sufrimiento que vendría después.

Y llegó el 19' 12'', en recuerdo al año de fundación de la Real Balompédica Linense, y tal y como se “urdió” en las redes sociales por parte de un grupo de incondicionales blanquinegros, toda la grada se confabuló para entonar el “Por la Recia te conocen”, uniéndose en perfecta simbiosis con el equipo, que dicho sea de paso demostró con creces que el apelativo que le otorgó en su día Reinaldo Vázquez es una de las cualidades que lo adornan. La afición así se lo reconocería tras la finalización del encuentro.

El bloque calabazón no se quiso ir de vacío y quiso ser protagonista poniendo su granito de arena para que la victoria número 300 (como en la película donde los espartanos de Leónidas se defendieron con uñas y dientes) en la categoría de bronce fuese al más puro estilo Balona.

Y es que no podía ser de otra forma. Va implícito en el ADN blanquinegro, en el carnet de abonado, en la entrada a cualquier partido del Municipal: el sufrimiento está prácticamente garantizado y el buen balono sabe y debe convivir con ello, aunque no sea lo más saludable.

Finalizó el encuentro con un suspiro de alivio por parte de la afición y con un intercambio de aplausos con su equipo, que demostró que a pundonor no le gana nadie.

Puede que esto no ha hecho nada más que empezar, ojalá sea el inicio de un camino lleno de éxitos, aunque sean sufridos, que en esta categoría nadie regala nada.