Nunca llueve en California | Estreno en Filmin

Adiós a la inocencia

Jonathan Tucker y Lily McInerny en una imagen del filme.

Jonathan Tucker y Lily McInerny en una imagen del filme.

Premio a la mejor dirección en Sundance, el primer largo de Jamie Dack prolonga la historia de su cortometraje homónimo para adentrarse en la pérdida de la inocencia de una adolescente californiana (Lily McInerny) que cae en las redes de seducción y manipulación de un treintañero (Jonathan Tucker).

El paisaje suburbial de la clase media empobrecida y los espacios marginales de la periferia urbana son los testigos de las vidas de unos chicos que pasan su tiempo vacacional viendo la tele, bebiendo y fumando o practicando un sexo primerizo y torpe. En ese ambiente marcado por una familia desestructurada, una madre casi siempre ausente y una comunicación poco fluida, nuestra protagonista se deja seducir a fuego lento por un tipo que le dobla la edad y se la camela poco a poco con su cortejo a la vieja usanza.

El filme se abre así a la ambigüedad turbia de las intenciones del hombre y al enamoramiento algo ingenuo de la chica. A la postre, la confirmación de las sospechas expulsa abruptamente a nuestra protagonista de ese sueño de escapada y amor intergeneracional aunque deja las suficientes huellas y heridas para que aflore el síndrome del autoengaño.

Incómoda a pesar de su distancia y su pudor, Nunca llueve en California se va tensando sin desviarse de su trayecto hacia el desencanto y se mantiene con bastante firmeza en su descripción de una relación desigual donde no hay salvamentos de última hora ni moralejas consoladoras para padres en dejación de funciones. La crueldad del mundo (adulto) se impone a la zozobra y el desconcierto adolescente.