A vueltas con el principio de autoridad frente al narco

Al sur del Sur

La presencia estos días de dos narcolanchas en el puerto de Barbate, a la vista de todos, y la falta de medios denunciada por los sindicatos y organizaciones policiales obligan a escapar de los mensajes triunfalistas

Las narcolanchas vuelven a refugiarse en el puerto de Barbate durante la borrasca Claudia

Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, el pasado día 12, en su comparecencia en el Congreso. A su lado, la vicepresidenta María Jesús Montero.
Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, el pasado día 12, en su comparecencia en el Congreso. A su lado, la vicepresidenta María Jesús Montero. / Eduardo Parra / Europa Press

La imagen de las siluetas recortadas en el horizonte de dos grandes narcolanchas, al refugio de las inclemencias de la borrasca Claudia en el puerto de Barbate, ha hecho que muchos volviéramos a sentir un escalofrío similar al de aquel trágico 9 de febrero de 2024. Ese día y en ese mismo lugar, el patrón de una planeadora enfiló adrede y a toda velocidad a una pequeña goma de la Guardia Civil con seis agentes a bordo. Les pasó por encima. Acabó con la vida de dos de ellos: Miguel Ángel González Gómez, de 39 años, residente en Los Barrios y destinado en la Comandancia de Algeciras, y David Pérez Carracedo, de 43. De entre el resto sus compañeros, varios sufrieron graves heridas.

En los días posteriores a aquel suceso, los responsables ministeriales de Interior se equivocaron de plano al sostener que el principio de autoridad no había sufrido merma alguna, que se mantenía firme. No fue así, evidentemente, a la vista del luctuoso desenlace y de las risas de los desalmados que desde la dársena habían grabado la escena con sus móviles. Casi dos años más tarde, volvemos o seguimos en el punto de partida. Los narcos siguen transportando droga desde Marruecos cada noche para desembarcarla en prácticamente cualquier punto de la costa andaluza o del Guadalquivir, mientras los miembros de la Benemérita, la Policía Nacional y Vigilancia Aduanera les persiguen con medios más que limitados en un correcalles continuo. Jugándose el tipo, literalmente.

El pasado jueves, la práctica totalidad de los ponentes que el pasado jueves participaron en el X Congreso contra el Contrabando de Tabaco, celebrado en La Línea de la Concepción por Altadis, coincidieron en que quienes se inician en el transporte, custodia y venta de las cajetillas de cigarrillos ilegales siguen encontrando en esta actividad ilícita una escuela, una antesala al tráfico de drogas. Desde responsables políticos a policiales, pasando por jueces y fiscales, coincidieron en que son recurrentes los casos de personas que, habiendo comenzado desde muy jóvenes a pasar tabaco desde Gibraltar, se han dedicado posteriormente al narcotráfico, primero al de hachís y más tarde al de cocaína, cuando no al negocio de la marihuana, tanto o más rentable que las anteriores.

Resulta especialmente lastimoso escuchar las denuncias de los sindicatos policiales sobre la escasez de chalecos antibala

El narcotráfico, así pues, sigue tan vigente como antaño, sin olvidar que va parejo a una cascada de otros delitos, como la posesión y tráfico de armas, la extorsión, los secuestros, la corrupción o el blanqueo de capitales, que representan un reto diario para todos aquellos que los combaten desde diversos frentes. Es más, la situación amenaza con empeorar a poco que prestemos atención a las voces de expertos en la materia, que vienen avisando de que Europa puede verse inundada por la cocaína que ha dejado de llegar a EEUU vía marítima a causa de los ataques con misiles que Trump ha ordenado contra las lanchas de los narcos en el Caribe. Los puertos europeos con escalas internacionales y el estrecho de Gibraltar, previa escala en Marruecos -aprovechando las estructuras de las mafias del tráfico de hachís-, están en el punto de mira.

Con este panorama presente y casi dos años después de los asesinatos de Miguel Ángel y David, resulta especialmente lastimoso escuchar las denuncias de los sindicatos policiales sobre la falta de chalecos antibala resistentes a los disparos de armas largas y automáticas como los temidos AK-47, la ausencia de presupuesto para reparar los vehículos policiales y la desaparición de las prácticas de tiro para los policías, como ha sucedido o sucede en más de una comisaría.

Igualmente reprobable es la orden dictada a los guardias civiles de Barbate para que ni siquiera grabasen en vídeo a las narcolanchas, campando a sus anchas en el puerto desde la noche del jueves, no fuera a ser que esas imágenes -publicadas por Europa Sur en primicia al día siguiente en su web- se difundieran y fueran a cuestionar, justamente, el principio de autoridad. Como si este brotase por decreto-ley o por generación espontánea en un despacho de Interior.

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