Vaya semanita: de La Línea a Algeciras

Al sur del Sur

La UE y España han comprado a Reino Unido y Gibraltar su relato: la desaparición de la Verja, que no es otra cosa que la integración de la colonia en el espacio Schengen y su acceso directo a un mercado de 450 millones de europeos. Del futuro de La Línea, más en el aire que nunca, solo habla su alcalde

Albares: "El acuerdo sobre Gibraltar no va a resolver todos los problemas de La Línea, pero abre un nuevo futuro"

José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, durante una rueda de prensa, en la sede de la Comisión Europea, en Bruselas, el pasado 11 de junio.
José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, durante una rueda de prensa, en la sede de la Comisión Europea, en Bruselas, el pasado 11 de junio. / Europa Press

El texto del futuro Tratado de Gibraltar verá la luz en poco más de un mes, si nos atenemos a los pronunciamientos de sus negociadores. Lo poco que se sabe ha sido publicado por este periódico a lo largo de los últimos años y, salvo algunos detalles jugosos -como el uso conjunto del aeropuerto, desvelado por el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en una entrevista que nos concedió en mayo de 2024- de casi todo ha informado por adelantado la parte británica.

Conviene mantener cierto margen de prudencia y de confianza en las autoridades españolas hasta que conozcamos en detalle el contenido acordado pues el futuro tratado se antoja amplio en extensión y prolijo en los detalles. Sin embargo, la impresión que llega hasta el Campo de Gibraltar es que tanto la UE como España han situado el carro delante de los bueyes y comprado de cabo a rabo el relato que más interesaba a Reino Unido y Gibraltar al inicio del proceso, el del derribo de la Verja, sin pararse a considerar las consecuencias que la libre apertura del espacio Schengen a la colonia tendrá en la parte española: en los habitantes de La Línea de la Concepción y, por extensión, de buena parte del Campo de Gibraltar.

Gibraltar -con su baja fiscalidad y sus miles de empresas 'offshore'- se abrirá a un mercado de 450 millones de europeos, pero a La Línea tan solo le quedaría suministrar a la colonia de mano de obra

Las declaraciones de esta semana de Albares vienen a confirmar las sospechas sobre ese hecho: "El acuerdo sobre Gibraltar no va a resolver todos los problemas de La Línea, pero abre un nuevo futuro". ¿Pero, qué futuro es ese? Añade el jefe de la diplomacia española que tras el “acuerdo político” del 11 de junio ya se dieron todos los detalles del mismo a los alcaldes de la comarca, aunque lejos de ser así dejó entre ellos un mar de dudas y escasas certezas.

Antes de su despedida como ministro principal del Peñón, Fabián Picardo verá cumplido su sueño de ver a Gibraltar -con su baja fiscalidad y sus miles de empresas offshore- abrirse a un mercado formado por 450 millones de europeos, pero a La Línea tan solo le quedaría suministrar a la colonia de mano de obra, en su mayoría a bajo coste. Y todo ello, aderezado con un alza previsible en los precios de la vivienda, por la capacidad adquisitiva de los llanitos, y de tremendos problemas de movilidad por el aumento de tráfico de vehículos.

Juan Franco, alcalde de La Línea, lo ha expresado con nitidez. Nadie le ha informado aún de nada. ¿Qué medidas específicas se incluyen en el tratado que puedan beneficiar a La Línea y su entorno más inmediato? Se alude de un fondo de contingencia, pero no de cómo se nutrirá este. Albares ha aceptado reunirse con el regidor linense antes del 8 de octubre, fecha en la que el titular de Exteriores comparecerá en el Congreso de los Diputados, pero esa cita se antoja estéril o con escasas consecuencias teniendo en cuenta que el propio ministro mantiene que la ratificación del texto está únicamente a expensas del “trámite de la ratificación” por parte de los 27. Es decir, sin prácticamente margen de enmienda.

¿No hubiera sido todo mucho más fácil y lógico sentar en torno a la mesa de diálogo, tal cual han estado los gibraltareños, a representantes de la Junta de Andalucía -cumpliendo así el Estatuto- y del Ayuntamiento linense para no dar un paso del que tengamos que arrepentirnos?

Una selva en la ruta de Paco

Saltemos hasta Algeciras. Hacía unos diez días que una vecina de La Bajadilla, hastiada de llamar por teléfono en vano a Algesa para que adecentaran su calle, presentó en el registro del Ayuntamiento una solicitud -acompañada de una ilustrativa fotografía- para reflejar de forma expresa su malestar y para que quedase constancia formal de la situación. No se trataba de un enclave cualquiera, uno más de los que permanecen olvidados por el Consistorio, perlando la ciudad de baches y suciedad, sino de la calle Granada, en cuya esquina con San Francisco se sitúa nada menos que el punto de arranque la llamada Ruta de Paco de Lucía. Un monolito colocado ex profeso y modernamente oxidado da fe de ello, a un tiro de piedra de la casa natal del guitarrista.

La calle Granada, antes y después de la denuncia de la vecina.
La calle Granada, antes y después de la denuncia de la vecina. / E. S.
Antes que sacar pecho y de ejercer de acusicas, algunos en el gobierno local algecireño debieran ser enviados un rato al rincón de pensar, castigados

Viendo la mencionada foto, uno tiene la impresión de que los vecinos de la calle Granada debían salir de sus domicilios provistos de machetes y salacots para abrirse paso entre matojos de medio metro de altura, basura oculta y bichos en número suficiente como para llenar un insectario. ¿De verdad hacía falta que la vecina tuviera que insistir y llegar al extremo de personarse en el Ayuntamiento para que este solucionase el problema? ¿Nadie en el departamento de Limpieza tuvo ojos para verlo?

PSOE e IU se hicieron eco de la situación el pasado día 4 y difundieron la foto, el mismo día que el personal de Algesa acudió a la calle a poner arreglo a semejante paisaje de vergüenza. Antes que sacar pecho y de ejercer de acusicas, algunos en el gobierno local algecireño debieran ser enviados un rato al rincón de pensar, castigados. Menos fotos en las verbenas de barrio y más eficacia en la gestión.

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